Félix Población
Casi todos los medios de comunicación de España y Europa coinciden en la necesidad de prepararnos para la Tercera Guerra Mundial, así, por las buenas. Se requiere, por lo tanto. que los 450 millones de habitantes de la Unión Europea (UE) nos aprestemos a pasar del estado de bienestar al estado de guerra y apoquinemos 800.000 millones de euros, a restar de los servicios públicos. Están trabajando en ello con una celeridad e intensidad inusitadas los gobiernos de la UE y la mayoría de los medios de comunicación, recordando en este sentido -aunque con las variantes propias de épocas y circunstancias muy distintas- el ardor guerrero que movió a las naciones europeas antes de la Primera Guerra Mundial y que se saldó como todos recordamos, pero no lo suficiente. Nos hay distinciones entre los canales de televisión y los periódicos, sean conservadores o progresistas. Se trata de inculcar en la población el miedo al nuevo zar de Rusia, convertida en potencia expansionista, sin que desde Moscú jamás se haya hecho insinuación alguna al respecto. Estamos viendo vídeos tan ridículos como el de esa comisaria europea mostrándonos su bolso para que observemos el kit de seguridad recomendable para los tiempos que vienen. También, en el diario El País, hemos leído ayer, bajo el titular ¿Dónde están los guerreros europeos?, un artículo en el que se renuncia explícitamente al pacifismo como plataforma política, coincidiendo con la mayoría de la prensa española y europea en que no hay otra alternativa que la de pasar del estado del bienestar al estado de guerra, así, de la noche a la mañana, sin que la ciudadanía advierta para nada los riesgos de conflicto armado que se pregonan. Ante el panorama mediático y gubernamental que se nos viene encima, y que quizá pueda conseguir lo que se pretende porque hay precedentes que lo confirman como el la entrada de España en la OTAN, no estaría de más que, además de manifiestos como el que leyó ayer ante el Congreso con el respaldo del mundo de la universidad y la cultura, la sociedad civil fuera capaz de manifestarse en las capitales de la Unión Europea de modo masivo, porque, tal como se dice en el manifiesto, no cabe resignarse ante la guerra que conduce a la paz de los cementerios, demostrada por la historia con dos de las mayores masacres en la historia de la humanidad. Antes que preparar unas condiciones para la guerra, como se está haciendo, nuestros gobiernos deberían procurar una condiciones para la paz. Que se tramite en nuestros Parlamentos un incremento del gasto militar de 800.000 millones de euros, mediante un mecanismo de excepcionalidad que elude el debate democrático, debería ser suficiente como para que las voces de quienes con sus votos son el fundamento de la democracia se dejaran oír en las calles y plazas de la Unión Europea. También serían de considerar las de la memoria de la muerte y destrucción que causaron dos guerras mundiales. Es de esperar que, habiendo empezado con el ridículo kit de seguridad de la comisaria europea y el ardor guerrero del diario El País, no lleguemos a que se cumpla la viñeta de El Roto en ese mismo periódico.
DdA, XXI/5.943
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