Mariano Rajoy pasará a la historia como el presidente de
España más cobarde y ruin. El hombre que entraba por las puertas
laterales de los edificios, el presidente que se ocultaba de su propio
pueblo. Un presidente debe vestir el cargo, no es el alcalde de un
villorrio. Mariano Rajoy es un cobarde. Y un presidente, ante un caso de
grave convulsión en su país, anuncia ipso facto que acudirá al Congreso a dar una explicación urgente. No habla en un club privado.
En todo este caos una sospecha me asalta: ¿Qué oculta Rubalcaba?
Sí, ¿qué esconde? Cualquier especialista en comunicación verbal y
gestual sabe que las últimas comparecencias del socialista, hablan por
sí mismas: ¿Dónde está el carácter, dónde el genio? ¿Dónde coño está el
cabreo que debe impregnar a un líder de la oposición? Habla Rubalcaba
con tono leve, desangelado, como cumpliendo un trago inevitable. Sin
convicción. Desde luego no es el líder que este país necesita. ¿Tiene
algo que ocultar? ¿Han consensuado PP y PSOE una estrategia que impida
tirar de la manta? Millones de españoles luchamos con determinación y
peligro personal contra la dictadura franquista. Luchamos de paso para
acceder a una democracia que tuviera en su ideario el amparo al hombre
de la calle. Por la libertad, pero también por una sanidad para todos,
una escuela laica y una justicia justa. Todo eso nos lo está escatimando
este Partido Popular corrompido.
Déjenme proponerles un juego sencillo: ¿Pueden calcular qué hubieran gritado Cospedal, Santamaría, Botella, Aznar y Rajoy, si Bárcenas hubiera sido tesorero del PSOE? ¿Qué estarían diciendo ahora? En efecto, yo también siento vértigo.
DdA, IX/2.290

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