jueves, 14 de junio de 2012

LOS HOMBRES DE NEGRO Y LA ESPAÑA NEGRA



Alejandro Prieto


Si la llegada de los hombres de negro no es evento como para preparar un recibimiento con bandas de gaiteros y grupos de bailarines haciendo cabriolas, conocer que la ciudadanía manifiesta depositar más confianza en organismos foráneos que en los medios propios a la hora de llevar a cabo la evaluación y el control de las cuentas de las entidades financieras de nuestro país, tampoco es motivo de celebración y alborozo, sino de preocupación y tristeza.

Según los resultados de la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), la clase política y la corrupción ocupan el tercer y quinto lugar respectivamente, entre las preocupaciones de la población; el grado de confianza en los Inspectores de Hacienda es escaso para el 32,5% y nulo para el 17,6%; y en el caso de los jueces/as, el 37,6% de los ciudadanos expresa sentir poca confianza hacia el colectivo y ninguna el 20,6%.

Se muestra preocupación ante la desafección y el desfavorable clima político y social del momento, pero, ¿se están haciendo las cosas apropiadas para reconducir y cambiar la situación? A la vista de los datos, parece que no.

Son innumerables las declaraciones, campañas, conferencias, libros, reportajes de prensa, espacios radiofónicos o programas televisivos que inciden en la necesidad transmitir a nuestros niños una educación rica en valores humanos, de extender la cultura del civismo y el trabajo honrado, y, sin embargo, la infamia y avaricia asaltan y pisotean los campos de manera desatada, sin importar los daños ocasionados, sin someterse a exámenes de conciencia, sin sentir la presión de la justicia.

De cara a la galería abundan las tarjetas de presentación que lucen un aspecto intachable, pero en el reverso, y escrito con tinta invisible, se esconden secretos inconfesables, comportamientos indignos.

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