jueves, 23 de agosto de 2018

POR LA REPARACIÓN JÚRIDICA DE LUIS CALANDRE, CARDIÓLOGO DE CALVO SOTELO, PRIETO, VALLE INCLÁN Y JUAN RAMÓN JIMÉNEZ


Lazarillo

Me constan los muchos años que mi estimada amiga Cristina Calandre Hoenigsfeld, a quien tuve el gusto de conocer hace unos cuantos, viene luchando por la reparación, dignidad y memoria de su abuelo, el cardiólogo Luis Calandre Ibáñez, del que en este DdA hemos escrito en varias ocasiones. Alejandro Lerroux, Indalecio Prieto, José Calvo Sotelo, Ramón del Valle Inclán, Juan Ramón Jiménez, Eugenio D'Ors y Joaquín Sorolla, entre otros, pasaron por la consulta de este reputado médico republicano, al que más de medio siglo después de su muerte un gobierno de este país ha reconocido por fin como represaliado por la dictadura franquista. No obstante, nadie ha anulado todavía los dos consejos de guerra que pesan sobre Calandre y que frustraron de modo deplorable su brillante carrera profesional.

"No hay tiempo que perder", ha dicho a Efe su nieta, con sus esperanzas puestas en la reforma de la Ley de Memoria Histórica prometida por el Gobierno y que se plantea declarar la nulidad de los tribunales de excepción franquistas y sus fallos y sentencias. Cristina tiene 65 años y durante los últimos doce ha invertido tiempo y recursos en rescatar del olvido la figura de su abuelo. Hace pocas semanas recibió de manos de la ministra de Justicia, Dolores Delgado, la declaración de reparación y reconocimiento personal como víctima del régimen franquista, pero no está satisfecha. Su objetivo es que se anulen los dos consejos de guerra a los que fue sometido su abuelo por permanecer fiel a la legalidad republicana y dirigir durante la guerra el Hospital de Carabineros, levantado en pabellones de la Residencia de Estudiantes de Madrid. Cristina comenzó a investigar en su biografía tras la muerte de sus padres, al encontrar en la casa familiar -que he tenido oportunidad de visitar- varias cajas con los archivos del abuelo.
Luis Calandre nació en Cartagen en 1890, en el seno de una familia liberal, y en 1917 logró importar uno de los primeros electrocardiógrafos de cuerda; consiguió que un submarino alemán lo trajera hasta Barcelona en plena primera guerra mundial. Discípulo de Santiago Ramón y Cajal, estudió Medicina en Madrid y se especializó en el campo de la histología, becado en Berlín por la Junta de Ampliación de Estudios (JAE). A su regreso fue nombrado director del Laboratorio de Anatomía Microscópica de la Residencia de Estudiantes, fue cofundador de la revista "Archivos de cardiología y hematología" y asumió diversos cargos en instituciones médicas y organismos oficiales, involucrándose aún más en la vida pública con el inicio de la II República. La Guerra Civil marcó definitivamente su carrera, por el "delito" de haber dirigido desde 1937, como médico civil, el Hospital de Carabineros y haberse mantenido fiel públicamente a la República. Pasó por prisión y fue absuelto en un primer consejo de guerra ceklebrado en en marzo de 1940. No obstante, el Colegio de Médicos lo inhabilitó para ejercer la profesión en Madrid y su provincia cinco años y en 1942 fue sometido a otro consejo de guerra por un delito de "auxilio a la rebelión". Fue condenado a doce años y un día, pena que se conmutó a seis años y un día en libertad condicional, y a partir de ese momento se dedicó en exclusiva a su consulta privada.
Cristina Calandre, que intentó sin éxito anular la condena a su abuelo en el Tribunal Supremo, espera que, junto a la reparación moral, haya una reparación jurídica, aunque -como este Lazarillo- no las tiene todas consigo.

DdA, XIV/3933

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