martes, 14 de agosto de 2018

KABA MAMADI KANTE, VEINTE DÍAS OCULTO EN LA SENTINA

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El autor dedica este poema a quienes tienen miedo de los menores no acompañados (MENA) que llegan a nuestra costa cada día y a quienes hacen de ese miedo su mejor argumento para ganar votos. La mayor parte de esos menores hacen el viaje solos. Personalmente adjunto a esa dedicatoria a los gobiernos de Europa que, ante las llamadas de auxilio de 141 inmigrantes embarcados en el Aquarius, no ofrecen puerto seguro porque ninguno -según el gobierno de España- es el más cercano. Todos están muy lejos, siguen muy lejos de lo que ocurre en determinados países de África. Para todos, ahí va la historia de Kaba, escrita por  Juan Ignacio González: Versos sobre el origen de toda Esperanza (1994).


Para Cova Carreño y Chusa Rodrigo
 
Kaba Mamadi Kante tiene catorce años,
arrastra en la mochila sus pocas pertenencias:
un cuadernillo azul escrito en Peul,
un trozo de pan duro, algunos frutos
y unas mudas ajadas.

Llega de polizón en un carguero,
veinte días oculto en la sentina.
Lo esperamos al pie de un dique umbrío.
Da gracias a su dios, rompe a llorar,
los policías tienen un nudo en la garganta.
Hablamos en francés, «sé bienvenido»
—le digo — mientras tiendo un largo abrazo.

De camino al hogar donde se alberga
muestra sus cicatrices, viene huyendo
de ser niño soldado allá en su aldea
muy cerca de Kan Kan en las fronteras
de una tierra sangrienta y arrasada.

Kaba Mamadi Kante aprende pronto,
le gusta ir a la escuela, a los seis meses,
se expresa en un perfecto castellano.

En mis estanterías halla un libro
de poesía africana, cruza cómplice
una mirada astuta, se lo lleva,
primero al corazón y luego a su bolsillo.
No escribe nunca cartas, no hay llamadas.
Quiere seguir su viaje a Barcelona,
donde viven algunos de los suyos.

Compramos unas botas,
les besa los cordones, «es costumbre
—me dice— de quien sigue su camino».

En los andenes
de la vieja estación lo veo alejarse
con un último adiós, tras los cristales,
me lanza un triste beso esperanzado.

Kaba Mamadi Kante sigue aquí,
nunca se fue del todo de mi pecho.


DdA, XIV/3924

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