martes, 8 de mayo de 2018

LOS ANTIFASCISMOS DE SEIDMAN O LA HISTORIA COMO SUPOSICIÓN



Félix Población

Ayer presentó su libro Antifascismos (1936-1945), en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca, el hispanista estadounidense Michael Seidman, catedrático de Historia de Europa en la Universidad de Carolina del Norte, especializado sobre todo en la historia de España y Francia a lo largo del siglo XX. 

Tiene Seidman en su labor como investigador dos libros que en su día sorprendieron y hasta provocaron cierta polémica: Los obreros contra el trabajo, publicado por la editorial Pepitas de calabaza, y A ras de suelo, una perspectiva de la Guerra Civil española desde la vida cotidiana. 

Este libro de ahora, que analiza los antifascismos registrados desde el golpe de Estado del general Franco en 1936 hasta el término de la segunda Guerra Mundial, es muy probable que tampoco se escape de la discusión. Porque la conclusión que cabe establecer, después de escuchar al profesor norteamericano, es muy parecida a la que sostienen ciertos historiadores revisionistas a la hora de valorar al gobierno republicano del Frente Popular. 

Si las democracias occidentales no apoyaron al régimen constitucional español fue porque en nuestro país la entidad del antifascismo era de tipo revolucionario, que Siedman enfrenta en su estudio al antifascismo conservador o contrarrevolucionario,  vigente  en el Reino Unido y Francia. 

Para ilustrar esa tesis, el catedrático de la Universidad de Carolina del Norte, se apoya en dos excepcionalidades pasajeras que se dieron a lo largo de la Guerra de España: las colectivizaciones en Aragón y los ataques violentos contra la religión tradicional. 

Una vez analizado el antifascismo que a juicio de Siedman se dio en nuestro país, el historiador estadounidense llega a la conclusión de que, después de la victoria de los aliados contra el nazi-fascismo, el reparto de Europa obedeció a las dos concepciones de antifascismo que se dieron entre los vencedores,  el revolucionario y el conservador, llegando a afirmar que las democracias populares del este del continente se adaptaron al modelo de lo que fue el gobierno del Frente Popular de la República española, alentad0 por el antifascismo revolucionario.

Conviene por lo tanto recordarle al señor Siedman los resultados de las terceras elecciones celebradas durante la segunda República en febrero de 1936 y que dieron la victoria a la coalición de izquierdas conformada en el Frente Popular por los Partidos Socialistas Obrero Español, Izquierda Republicana, Unión Republicana, Esquerra Republicana de Catalunya, Partido Comunista de España, Partido Obrero de Unificación Marxista, Partido Sindicalista y otros. 

Solo 16 escaños obtuvo el Partido Comunista en esos comicios, muy pocos para llegar a la conclusión de que sin la victoria de Franco en España, apoyada por el nazi-fascismo internacional, nuestro país hubiera sido un democracia popular similar a las del este de Europa. La ciencia histórica se basa en hechos probados, no en suposiciones. Mucho menos si éstas son inverosímiles.

DdA, XIV/3843

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