martes, 1 de mayo de 2018

ALGO ESTÁ MUY PODRIDO CUANDO TE SALE MÁS BARATO VIOLAR A UNA CHICA QUE RAPEAR CONTRA EL BORBÓN

Ana Cuevas

A medida que la indignación de la ciudadanía iba explotando como pequeñas bombas de conciencia, la opinión de algunos sobre la sentencia de "La Manada" cambió sustancialmente. El ministro Catalá se tuvo que desdecir de sus primeras declaraciones e las que afirmaba que, nueve años, eran un condena dura. El clamor popular le obligó a virar 180 grados el discurso y ahora estamos ante la posibilidad de una reforma legal e incluso de la inhabilitación de algún magistrado lobotomizado que hace gala de su recalcitrante misoginia. Pero, durante el proceso, nos hemos "jartado" de ver como muchos decidían no mojarse amparándose en el respeto a las decisiones judiciales. ¿Perdón? ¿Es que acaso la judicatura española no se equivoca nunca?
Hasta donde conozco, está integrada en su mayoría por individuos/as de mentalidad arcaica y profundamente clasista y machista. Si una gran arte del poder judicial no se revolcara en las cloacas del estado no habrían sido posibles las infinitas tramas de corrupción. Su inacción ha servido para que tirios y troyanos saqueen nuestro país a sus anchas. Hacer justicia y preservar el interés general no parecen sus prioridades. Sus motivos tendrán.
Yo no puedo respetar la petición de absolución que el juez Ricardo González hace respecto a los miembros de "La Manada". Y tampoco lo respeto a él, en absoluto. Es evidente que lo que este primo sabe sobre el sexo lo aprendió en las pelis de porno duro. Por eso entiende el sometimiento de cinco alimañas sobre una chica de dieciocho años como sexo consentido. E interpreta los gritos de dolor como gemidos de placer. Una violación en masa en un "ambiente de jolgorio" en el que la joven disfrutó de ser penetrada aleatoriamente por cinco bestias que se aprovecharon de su superioridad física y numérica. Seguro que el muy pervertido hasta se puso palote en las declaraciones. Luego dictó su voto particular. ¿Respeto? En ese momento pensé que
 a don Ricardo le movía algo más que la inquina y el desprecio absoluto que siente hacia las mujeres. Lo que él hubiera querido es ser el protagonista de esta orgía multitudinaria. Hacer realidad las fantasías que provocan sus poluciones nocturnas y sentir en sus señoriales carnes la embestida de los erectos miembros de esos cinco especímenes. ¡Ánimo amigo! Somos muchas las que rezamos para que pueda experimentarlo algún día. Luego ya dirá, si es violación.
No me cabe duda de que habrá un antes y un después de esta sentencia porque el grito ha sido unánime y trasversal. Desde las Carmelitas de Hondarribia hasta Ana Botín, millones de mujeres se han unido a la consigna: YO SÍ TE CREO HERMANA.
Y no solo en España, también en las principales capitales europeas.
¿Que qué tenemos en común una monja, una limpiadora libertaria, una banquera, una prostituta o una conductora de camión? Pues que todas somos mujeres y todas, sin excepción, hemos sufrido algún tipo de abuso o agresión en algún momento de nuestras vidas.
Ese tío que te sienta en sus rodillas y desliza la mano bajo tu infantil falda. El clásico guarro que te toca los pechos cuando caminas por la calle (como si el simple hecho de tenerlos, diera pie a ser sobados por quien quisiera). Ese comentario soez en el trabajo... ¡Tantas cosas, tantos detalles cotidianos! Y lo peor es que muchas violaciones y abusos no se denuncian porque la víctima sabe que su vida y su moral se mirarán con microscopio y que, gracias a nuestro sistema judicial, caben muchas posibilidades de que nadie las crea.
¿Se resistió convenientemente?, ¿Cómo era de corta su falda?, ¿Es usted una mujer promiscua? Al final, parece que acaba juzgándose a la víctima. Y con la muchacha del caso de "La Manada" tenemos un claro ejemplo. ¿Tenía que haberse defendido a puñetazo limpio?, ¿Debía haberse metido, tras el incidente, en un nicho y cubrir su rostro con ceniza? Violada de nuevo, una y otra vez, durante todo el proceso.
Es cierto que, cuanto más pobre, más desprotegida está la mujer frente a este tipo de ataques. Pero prácticamente ninguna se salva de padecerlos, aunque sea tangencialmente, pese a vivir en jaulas de cristal o ser hembras poderosas.
Este caso de la VIOLACIÓN múltiple en Pamplona ha sido el detonante para que las mujeres de toda edad y condición gritemos juntas: ¡BASTA DE IMPUNIDAD! ¡Basta de jueces y fiscales que consideran a las mujeres meros objetos!
Ricardo González, el ínclito juez que ha dado argumento jurídico a los violadores para solicitar su libre absolución, tenía ya dos expedientes graves por su "savoir faire". No debería haber formado parte de ese tribunal. Ni del cuerpo judicial. Aunque, para ser sincera, por mí no formaría parte del planeta. Sugiero mandarlo a Marte con billete de ida. Aunque, pensándolo bien, sería un crimen contaminar con semejante basura el espacio.
Nosotras (e incluyo a muchos hombres que sienten igual) somos la manada de todas las víctimas de las otras manadas. Las de depredadores sexuales y las de los jueces, fiscales o tertulianos que siguen considerando que nuestro cuerpo no nos pertenece.
Estaremos enfrente, dientes y garras, porque estamos hartas de ser ciudadanas de segunda. Porque no queremos que ninguna mujer tenga que resistirse hasta ser asesinada. O muera a manos de quien decía amarla.
Y si el poder judicial defiende al patriarcado y no imparte justicia, también habrá que recurrirlo. Como a la infame sentencia. Algo está muy podrido cuando te sale más barato violar a una chica que rapear que los "Borbones son unos cabr...".
Un abrazo fraternal y solidario a todas las mujeres y hombres que han dado un paso adelante para apoyar a la víctima de Pamplona.  Vosotros sois la auténtica manada. La humana, mi manada. ¡Hagamos historia!

 "Viólame con caballerosidad"
Sandra Faginas

Por si no fuera poco con la sentencia, con la indefensión de esa mujer acorralada por cinco tipos, por si no fuera poca la manera insultante con que ha sido tratada y la carga de matices entre abuso y violación, por si no fuera poco con saber que cerrar los ojos y callar es lo más alejado de un sí, ha tenido que salir el abogado de la defensa, Agustín Martínez, a darnos en directo una lección castiza de Derecho. Y digo castiza, porque en esa contradicción habitual -yo diría chulesca- de poner a parir a los medios mientras se sale en televisión se ha movido esta semana don Agustín. El mismo que afirma que se ha hecho un juicio paralelo en los medios y al mismo tiempo se atreve a encararse con Cristina Pardo, Toñi Moreno, Joaquín Prat o Manuel Marlasca. No ha dejado títere con cabeza el señor letrado. Y con la arrogancia y la soberbia de quien desprecia a la mayoría, Martínez se ha envalentonado para ahondar en detalles repugnantes para que entendamos la sentencia. El primero, insistir e insistir en que «en el vídeo solo se oyen jadeos» (como si por jadear a una no la pudieran estar violando) y el segundo, y más espeluznante, reconocer que el comportamiento de sus clientes no fue -y cito literalmente- «caballeroso». «Le quitaron el móvil y se fueron sin despedirse», dijo el abogado. Con lo sencillo que hubiera sido «abusar», don Agustín, y al final darle dos besos. Se han perdido las formas.
La Voz de Asturias
DdA, XIV/3836
                                                                                                                   

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