Nada que ver esta idílica imagen, tomada por el autor a primera hora de la mañana algunos kilómetros de antes de Salamanca, con la que ofrece el Tormes a su paso por la ciudad.
Félix Población
Informaba este periódico (La Crónica de Salamanca) hace unos días que la reducción del
caudal del Tormes a su paso por Salamanca, debida primero a la búsqueda de un joven desaparecido y después a la rotura de la
pesquera ubicada en las proximidades del embarcadero, dejó sin su
característica y favorecedora foto de postal a la ciudad desde el puente
Enrique Estevan, con las catedrales al fondo.
Cierto, después de las recientes
crecidas del río, con una caudal desbordante que corría de orilla a orilla de
su cauce, contemplar el Tormes tal como ha quedado produce una cierta desazón y
hasta me consta que ha causado una seria decepción en quienes con motivo de la
Semana Santa han visitado la ciudad estos días atrás, caracterizados por una mayor afluencia de viajeros.
Pero no es lo malo que
las aguas del río no contribuyan a brindarnos esa imagen de postal por la que
Salamanca es reconocida y admirada turísticamente, sino que el sacro Tormes que
cantara Garcilaso de la Vega muestre ahora que está desasistido de caudal un
auténtico basural del que el alcalde Mañueco y su equipo de gobierno no han
debido ni enterarse, ya que no lo han hecho en los años que llevan al frente de
la administración municipal.
Produce auténtico asco, da verdadera grima y debería enojar en sumo grado a todos los ciudadanos contribuyentes y votantes de esta capital observar lo que la idílica postal del río con agua esconde sin ella a su paso por una de las ciudades que es Patrimonio de la Humanidad. Quien firma estas líneas ha sentido auténtico bochorno al enseñar Salamanca a unos visitantes estos días y contemplar el fondo de un río convertido en un auténtico e inmundo vertedero.
Produce auténtico asco, da verdadera grima y debería enojar en sumo grado a todos los ciudadanos contribuyentes y votantes de esta capital observar lo que la idílica postal del río con agua esconde sin ella a su paso por una de las ciudades que es Patrimonio de la Humanidad. Quien firma estas líneas ha sentido auténtico bochorno al enseñar Salamanca a unos visitantes estos días y contemplar el fondo de un río convertido en un auténtico e inmundo vertedero.
DdA, XIV/3808
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