jueves, 28 de septiembre de 2017

OBSERVO CON ESPANTO UN CONFLICTO QUE SE ASOMA A LA VIOLENCIA

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Luis Quiñones

Mi generación contempló con estupor la Biblioteca Nacional de Sarajevo convertirse en ruinas. Ocurrió el 24 de octubre de 1992. Esta joya arquitectónica desapareció con sus tesoros, que no hubo tiempo de poner a buen recaudo, como sí hizo el bueno de Tomás Navarro Tomás, cuando la aviación sublevada, con aviones junker alemanes bombardeó la Biblioteca Nacional de Madrid. Así empieza todo. Es importante quemar los libros si lo que se quiere es contar la historia tal y como no fue, borrar los testimonios, en definitiva. Observo con espanto el conflicto, y mucho más cuando se asoma con violencia. Los políticos no han sabido ganarse el sueldo: se han obstinado en sus puercos nacionalismos de mierda. Otra vez la porquería insensata de las patrias, las razas y las cagadas santas, la basura de los símbolos, la pureza. Me produce asco, simplemente. Y más viniendo de una sociedad que prejuzgaba culta, como es la catalana, que ha caído en la manipulación sentimental. Los catalanes se darán de leches entre ellos, mientras los molt honorables se piran con la pasta a Suiza, se la beben en los lujosos puticlubs de Mónaco, al mismo tiempo que el burro catalán rebuzna en la calle y los jalea, dejándose robar sus hospitales, su trabajo y su educación pública (no por España, sino por los de siempre). De rebuzno a rebuzno, la casposa España ultra, la que estaba calladita viendo el fútbol en su puta casa sale a la calle, cuelga como espantajos su otra bandera, su otra mierda, vamos, y vocifera contra el vecino. A mí me enseñaron que ser de izquierdas era ser internacionalista, no un mentecato con flequillo a lo jarrái que niega lo evidente y se envuelve en una estola de butifarras paletas. ¿Qué constitución redactará con la derecha rancia de su país una tía que sale en la tele y dice "aiga"? Lo he visto con mis propios ojos y escuchado con mis propios oídos. Cuando unos generalizan me dan asco, y cuando los otros lo hacen, también. Me excluyo de ambos. Es fácil manipular y lo han hecho como siempre. Solo espero que no se añada un capítulo más al libro de las ignominias, cuyos responsables serán unos políticos tan zafios como esa masa de descerebrados que, a lo Millán Astray, han decidido enterrar una vez más la inteligencia y la democracia que tanto dicen defender los unos y los otros.

DdA, XIV/3648

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