sábado, 9 de septiembre de 2017

DIGNO ENTIERRO DE UNA MADRE Y SUS SEIS HIJOS ASESINADOS POR EL FASCISMO

En el verano de 1936, primer año de la Guerra Civil, mientras el marido de Juana se encontraba en el frente, ella embarazada y sus seis hijos menores fueron expulsados del pueblo. Casi 80 años después, sus cuerpos aparecieron en la sima de Legarrea confirmándose todos los rumores e investigaciones realizadas a lo largo de años: el asesinato a manos del fascismo de Juana Josefa, de 38 años; Asunción, de año y medio; José, de 3 años; Martina, de 6 años; Pedro Julián, de 9 años; Antonio, de 12 años y Joaquín, de 16 años.

Representantes del Gobierno de Navarra, de asociaciones memorialistas y del pueblo de Gaztelu han rendido hoy un homenaje a Juana Josefa Goñi Sagardia y sus seis hijos, asesinados el 30 de agosto de 1936.Tras el hallazgo estos últimos meses en la sima de Legarrea de los cuerpos de Juana Josefa Goñi Sagardía y seis de sus siete hijos desaparecidos en el contexto de la Guerra Civil, hoy se ha celebrado en la sima el acto de inauguración de un monolito en recuerdo de estos hechos. Posteriormente, ha tenido lugar en la plaza de Gaztelu, en presencia de la consejera de Relaciones Ciudadanas e Institucionales, Ana Ollo, representantes municipales y vecinos, la entrega a los familiares de los restos mortales, acto en el que también ha estado presente la consejera de Desarrollo Rural, Medio Ambiente y Administración Local, Isabel Elizalde. En este lugar se ha realizado un homenaje a la familia Goñi-Sagardia, en un acto de reparación en el que han intervenido la consejera Ollo y una representación municipal, junto con los vecinos y familiares, informa el Gobierno de Navarra en un comunicado.Ollo ha agradecido al Ayuntamiento de Gaztelu “su trabajo y colaboración en este acto” y ha explicado que la exhumación de Juana Josefa Goñi Sagardía y sus seis hijos ha requerido del trabajo de muchas personas y asociaciones memorialistas.Gracias a ellas, ha destacado, “finalmente, el año pasado, en el marco del plan de exhumaciones impulsado por el Gobierno de Navarra, la Sociedad de Ciencias Aranzadi, con la colaboración del grupo de espeleología Satorrak, consiguió culminar el trabajo y certificar el relato que había llegado hasta nuestros días”.Hoy, ha añadido, 81 años después, “las instituciones, los familiares, las asociaciones memorialistas y la sociedad en general participamos en este acto de homenaje y reconocimiento a aquellas víctimas inocentes que finalmente van a encontrar un descanso digno y un recuerdo permanente de esta dura lección de la historia”.La consejera ha aludido al cariño que tanto el Ayuntamiento de Gaztelu como los vecinos y los familiares han puesto en la preparación de este momento, en el que “queremos acompañaros para transmitiros el apoyo y afecto que os faltó durante demasiado tiempo”.Tras el acto de homenaje, se ha procedido al traslado de los cuerpos desde la plaza hasta el cementerio donde han sido inhumados. 
 
 LA FOSA DE GAZTELU*
Félix Poblacion
 
En los primeros días del pasado mes de septiembre, se supo por los medios que el forense Francisco Etxeberria  había sacado de la fosa de Gaztelu, en el valle de Malerreka, los primeros huesos de niño de uno de los más siniestros y espantosos crímenes que tuvieron lugar durante la Guerra de España. Allí fueron enterrados, posiblemente después de haber sido asesinados en agosto de 1936, los cuerpos de una mujer embarazada y seis de sus siete hijos. Serán en total 200 los huesos por persona que Etxtberria deberá asomar a la luz, para que de ese modo el rumor, el tabú y el mito sean sustituidos por la verdad y la reparación.

A tal fin ha contribuido también en su día este libro de Jose Mari Esparza Zabalegui, con prólogo del propio forense, después de que en 1986 dos gruesos volúmenes que consignaban la atroz represión franquista en Navarra -tres millares de víctimas mortales sin apenas resistencia al golpe militar -, apenas se le dedicara una líneas a la muerte de Juana Josefa Goñi Sagardía y seis de sus hijos. Supieron entonces los autores de Navarra 1936. De la Esperanza al Terror, que se había abierto un sumario por el caso, pero ese sumario no apareció hasta 23 años después. Su lectura, en 2009, fue todavía más espeluznante que todos los rumores escuchados hasta entonces, según Esparza.

El autor dudó entonces sobre la conveniencia de hacer público ese sumario 167 de 1937 que derivó en la desaparición de la familia Goñi Sagardía. En 2014 fueron hallados en la fosa los restos de Iñaki Indart Ariztegui, un joven de Legasa que había desaparecido siete años antes, por lo que el también llamado zulo de Legarrea recobró actualidad. El merodeo de los medios de comunicación y la posibilidad de que el vaciado del fondo fuera inminente impulsaron a Esparza a irse a Gaztelu para escribir La Fosa. ¿Qué fue de la familia Sagardía?**

La historia se lee con interés de principio a fin y da para ello toda la documentación de que el autor dispuso para conocer a sus protagonistas y el escenario en el que discurrieron  sus vidas, en este caso una localidad, Gaztelu, donde 329 electores de un total de 341 votaron al Bloque de Derechas en las elecciones de febrero de 1936. La causa 167 rodó por los juzgados unos cuantos años, mientras tres de los imputados y una cuarta persona relacionada con la misma perdieron la vida: dos de ellos de forma violenta y todos entre 35 y 53 años. En 1945 se dispuso una inspección de la fosa de apenas 10 minutos que no obtuvo ningún resultado. Para encontrar los restos Indart se requirieron tres horas con mejor instrumental técnico. En 1946, tres jueces de la Audiencia de Navarra emitieron el auto de sobreseimiento de la causa, sin que aparezca debidamente justificada la perpetración del delito.

Una vez escrito y presentada la primera edición del libro,  Emparza creyó necesario añadir un breve texto a la segunda, una vez logró testimonios como el Dori Zugarramrdi Zozoya, de 97 años, para quien la muerte a los 52 años y en mitad del proceso del marido de Juana Josefa, Pedro Antonio Sagardía, no fue natural, sino a consecuencia de un envenenamiento. Más interesantes incluso que este es el testimonio de una de las nietas de la hermana de la víctima, Petra Goñi, que guarda sorprendentes recuerdos de la abuela. Según María Asun Losada, Madre de Petra y Juana Josefa, creía en los dioses antiguos, hacía sortilegios  y no iba a la iglesia. Su hija mayor, Petra, siguió las mismas creencias. Sroguinkeriak, le dicen en euskera, brujería en castellano. Tanto Petra como Juana Josefa se casaron embarazadas, por lo que tuvieron que bautizar a sus hijos de madrugada y con mantón negro como señal de impureza. 

Había apuntado el autor, entre las causas que podrían haber motivado tan oscuro como espantosos crimen, los robos de una familia necesitada, única acusación que aparece en el sumario; la lujuria desatada por una mujer hermosa; la locura de una guerra que en aquellos primeros meses fue especialmente cruel; las envidias y rencores vecinales. Lo que no esperaba Emparza es que, a unos cuantos kilómetros de Zugarramurdi, la brujería fuera el acicate para una violencia propia de los tiempos inquisitoriales, cuatro siglos después de que en 1610 se verificaran ejecuciones por ese motivo.

¿Fue Juana Josefa la última bruja vasca ajusticiada?, se pregunta finalmente el escritor. Parece algo irracional, pero ¿acaso hay algo racional en toda esta historia?

*Artículo publicado en El Viejo Topo, noviembre, 2016 
** La Fosa. ¿Qué fue de la familia Sagardía?, de Jose Mari Esparza Zabalegui, Ed. Txalaparta, 160 páginas, 2015.

 
EL PEÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA
 La Nueva España, 9IX17
Javier Fernández -minero retirado y natural de Rozá, un núcleo próximo a El Entrego- se autodefine como un "peón de la memoria histórica" y no le falta razón. Dedicó diez años a investigar el caso de "los cinco de la fosa Ciaño", fusilados por las tropas franquistas en 1937 y cuyos restos yacen bajo la plaza de abastos del distrito langreano. El arduo trabajo dio lugar a un libro y a varios homenajes póstumos. Ahora, el empeño de Fernández por rescatar las historias de los represaliados del franquismo ha pasado del papel a la escultura y de la comarca del Nalón al Oriente de Asturias. Un diseño suyo ha sido elegido para dar forma a un monolito en el alto de La Tornería, en Llanes, que honrará a los "luchadores antifascistas de la batalla de El Mazucu".
El monumento anterior, una gran piedra sobre la que reposaba una placa conmemorativa, quedó reducida a escombros como consecuencia de un acto vandálico. Por ese motivo, la Federación Asturiana Memoria y República (Famyr) decidió convocar un concurso de ideas para hacer un nuevo monolito. Se presentaron 168 proyectos, llegados de dentro y fuera de Asturias, una treintena de ellos firmados por arquitectos y tres por escultores. "Había propuestas muy buenas, pero algunas eran demasiado delicadas, más para un entorno urbano. El diseño de Javier nos gustó y además es muy consistente", explicó Juan Cigarría, presidente de Famyr. El autor del diseño también se está encargando de la ejecución de la pieza, que será poco vulnerable a nuevos ataques vandálicos. "Es una base de hormigón de dos toneladas y media y una estructura superior de hierro con tres brazos que simulan un árbol para representar la verdad, la justicia y la reparación. Todo ese hierro pesa 400 kilos. Podrán hacer pintadas pero tendrán que venir con dinamita si quieren demoler esta pieza", afirma Fernández. Este vecino de El Entrego confiesa sentirse "muy ilusionado" con la elección de su propuesta. "Yo trabajé como barrenista y vigilante de mina. Nunca había hecho nada de este tipo, aunque es cierto que me gusta dibujar cosas con programas de software de diseño y modelado". El monumento se inaugurará en un acto previsto para el 16 de septiembre.

DdA, XIV/3630

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