viernes, 4 de agosto de 2017

GATO AL ACECHO DESDE LOS LIBROS DE VOCES


Lazarillo

Los que disfrutan de su compañía saben muy bien que a los gatos les interesan sobremanera los dedos en movimiento. Puede que para ellos -sobre todo si son domésticos- los dedos en movimiento se les antojen una especie de presas imaginarias a las que hay que atrapar al vuelo de las manos, a modo de entrenamiento de sus facultades cazadoras. Este Lazarillo lo dice por la experiencia cotidiana a que le somete Sirio con sus cuatro meses largos de vida. Obviamente, el lugar más indicado para advertir la dinámica digital no puede ser otro que cerca del teclado de un ordenador, aunque también el del  piano próximo podría servirle. Es lo que refleja en la imagen la concentrada mirada del gato. Sus ojos observan mis dedos después de haberse agazapado un rato entre varios diccionarios -el panhispánico de dudas, un pequeño Laroussse ilustrado y otro de sinónimos en concreto-, siempre a un brazo de consulta. La atracción va a ser insoportable y Sirio acabará por pisarme las torpes palabras que voy redactando bajo su acecho. Si no tuviera pendiente un tiempo aún de crecimiento y conformación corporal adulta, mucho me temo que al abrigo de tan fundamentales herramientas como esos libros de voces iba Sirio a establecer ahí su puesto de sueño y vigía de aquí adelante. Quizá deduzca que no hay otro lugar más a mano al que puedan ir, mientras escriben, los dedos que lo acarician a diario y que tan desatentos y ausentes se muestran con su pelaje cuando le dan a las teclas.

DdA, XIV/3601

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