lunes, 3 de julio de 2017

"PASOS EN LA PIEDRA": MERECIDO PREMIO DE LA CRÍTICA

  
Esta novela del escritor leonés afincado en Valladolid José Manuel de la Huerga,
recibió el Premio de la Crítica de Castilla León hace unos meses, cuando ya había enviado a la revista Quimera el artículo que a continuación publico en este Diario y que también aparece en el número de julio/agosto de la citada publicación. El libro se merece el premio sin ninguna duda y felicito por ello a su autor.

Félix Población

Dejo a medio leer la última novela de Juan Manuel de Prada, muy por debajo de sus obras precedentes, para empaparme en la de un autor cuyos libros desconocía, pero que me atrapa desde los primeros capítulos. Se trata de José Manuel de la Huerga (1967), con precedentes narrativos en varios títulos galardonados, entre los que figura Leipizig sobre Leipzig, Premio Fray Luis de León de Creación Literaria, 2005, y Apuntes de medicina interna, Premio Miguel Delibes de Narrativa (E. Menos Cuarto, 2011). Antes dio a conocer alguna novela más, un poemario y un libro de relatos. Es muy reconfortante pasar de un escritor reputado, con un libro que defrauda, a otro que nos es desconocido pero que nos sorprende por su talento literario.
Cierto que en mi caso, para llegar a esta novela de Huerga, contaba el autor con mi predisposición favorable al asunto narrativo. Siempre pensé que la Semana Santa de Zamora, ciudad en la que residí un tiempo, era digna de un escenario literario y una época similares a los que proyecta el novelista con los dos personajes que nos introducen en el mismo: el que lo contempla con la distancia del foráneo, desde un punto de mira estrictamente antropológico, y el que, desde la perspectiva laica de un simpatizante comunista, parte de ese posicionamiento ideológico sin desechar el fondo emocional que su memoria  guarda ante esa tradición.
Como lector de la novela, esa querencia mía por el intrincado y seductor itinerario urbano de la vieja Zamora me ha jugado la mala pasada de identificar casi todos los ámbitos urbanos por donde discurre el libro con rincones asociados a esa ciudad, aun sabiendo que Huerga no concreta la acción en ese único ámbito narrativo, sino que se abre a otros: Valladolid, Toro o Medina de Rioseco, con referencias añadidas de Palencia, Salamanca, o localidades como Castronuño, Peñafiel o Tordesillas. El resultado es una enjundiosa exaltación de la imaginería castellana, en cuyas descripciones el autor logra unas magníficas páginas, y puede que un homenaje a la memoria familiar de aquellas excursiones que su padre hacía para presenciar las procesiones en distintas localidades de la geografía castellano-leonesa.
Claro que para conseguir una novela de tan sólido temple narrativo como el que tiene Pasos en la piedra no basta con esa literatura de primorosa exaltación artística, que podría ser una condición básica para tratar con toda su excelencia el fondo iconográfico que la documenta. Se requieren, además, unos personajes que por sus respectivas personalidades encandilen al lector y se conjuguen entre ellos en un retablo coral tan sugerente como los que aparecen en el libro. Ahí tenemos a un teólogo de la liberación desterrado a esa ciudad levítica y recoleta, a un poeta totalmente asocial que vive en una choza, a un escultor paralítico y ateo, a un músico misántropo, todos célibes y con heridas en su pasado, entre los que se mezclan a veces las voces distantes de Jesús o María Magdalena. También aflora con su pasión recién nacida una pareja de jóvenes amantes y un viejo profesor enamorado de los pájaros. La relación entre el teólogo Alas y esa joven pareja configura una especie de paraíso que bien podría servir de inspiración para el Cantar de los cantares.
Desarrollada en cinco de las jornadas de la Semana Santa, del miércoles al domingo, teniendo como única referencia cronológica la fecha en que fue legalizado el Partido Comunista en España (1977) –a modo de punto de inflexión entre la Transición naciente y la tradición consagrada-, puede que la novela tenga algún leve altibajo o que en ciertos momentos distancie al lector por tan enjundiosa y pormenorizada delineación de la imaq11ginería religiosa, pero el balance de sus casi 400 páginas nos deja con la estimulante sensación que despiertan las primera líneas del libro: La primera luna llena de primavera lleva corona de espinas. Se parece al anillo de un planeta. Hay un pájaro solitario capaz de remontar el vuelo hasta su altura y arrancarle la espina más honda”.

José Manuel de la Huerga: Pasos en la piedra. 
Ed. Menos Cuarto, 2016. 366 páginas

DdA, XIV/3577

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