Lazarillo
Me quedo con las dos respuestas que Íñigo Errejón da al principio
de la larga entrevista en Teatro del Barrio que publica CTXT con uno de los líderes que siguen siendo incuestionables en Podemos. Las preguntas obligadas para iniciar esa conversación eran
justamente las que las tres periodistas que firman la
interviú le plantean. Errejón considera que no solo es una buena noticia para la izquierda
que haya ganado Sánchez las primarias del PSOE, sino que es una buena noticia
para el conjunto de la gente decente: "Y eso no necesariamente por las
características de Pedro Sánchez, sino por el movimiento que se ha generado en
torno a él dentro del PSOE. A veces, en la historia, la gente se convierte en
referente más allá de sus condiciones subjetivas. Hay veces en que los países
tienen hambre de héroes, tienen hambre de épica o de mística. Yo creo que no
hay muchas condiciones para que Sánchez encarne ese papel, pero hay que
reconocer que ha conseguido una cosa que antes era impensable: un hombre
absolutamente privado del aparato y contra el conjunto de los poderes
mediáticos y económicos ha servido de referente para una pequeña rebelión de
votantes o simpatizantes o militantes del Partido Socialista que en primer
lugar han expresado su descontento con la investidura de Rajoy y en segundo
lugar han expresado su descontento con el intento --un intento de régimen-- de
hundir el Partido Socialista para salvar al régimen. En algún momento,
diferentes espacios mediáticos, intelectuales y económicos le dijeron al
Partido Socialista que se tenía que sacrificar para que sobreviviera el sistema
de partidos tradicional y un sistema político ya muy tocado...". Da la sensación de que al PSOE le afecta eso de una manera,
pero a Podemos le afecta severamente, responden las periodistas: "Está por ver cómo nos afecta -contesta Errejón- en función de la dirección que tome,
pero está claro que nos interpela. Lo que sucedió el 21 de mayo afecta al
conjunto del panorama político español y a nosotros en primer lugar. Demuestra
que no hay una frontera clara e inequívoca entre los viejos partidos del
Régimen del 78 y los que queremos cambiarlo, que hay contradicciones dentro.
Nuestra relación con el Partido Socialista es extraordinariamente complicada
pero de ella depende el cambio en España. Somos, hemos sido hasta ahora,
competidores en lo electoral pero solo puede haber gobiernos de cambio si nos
entendemos con el PSOE".
No parece por ahora previsible un entendimiento entre el PSOE de Sánchez y Unidos Podemos, por lo que un gobierno alternativo al de la derecha se presenta como una posibilidad bastante lejana. El renovado secretario general del Partido Socialista, desde que regresó a Ferraz, no hace más que tender al arrepentimiento de lo que en su día confesó públicamente a Évole, posiblemente porque si fuera coherente con lo dicho al periodista correría el riesgo de que el PSOE derrotado en las primarias rompiera con su PSOE. Pero no hay otra para un gobierno real de cambio, según están comprobando en Portugal, en cuyo espejo fue a mirarse Sánchez antes de vencer el pasado domingo y durante toda su campaña. También podría darse una rebaja de objetivos políticos por parte de Unidos Podemos para llegar a ese entendimiento con un hipotético PSOE recosido, pero eso podría aparejar igualmente una ruptura o descosido en esta formación, ante el júbilo de la vieja y nueva derecha (PP+Ciudadanos) y los consiguientes efectos abstencionistas en el electorado de izquierda, harto de descosidos.
País de tartufos
Miguel Sánchez-Ostiz/Cuarto Poder
En mi opinión, el triunfo de Pedro Sánchez, más allá de la
militancia, es una buena muestra de hasta qué punto está harto este país
y aunque sea desde el desacuerdo inicial muestra su necesidad o
ambición de cambio. Las reacciones a los resultados electorales
manifestaban más esperanza que suspicacia, al menos las individuales de
las redes sociales. Invitaban a pensar que, pese a todo, que ha sido
mucho, hay gente fuera del PSOE que todavía cuenta con él para realizar
el cambio necesario. ¿Ingenuidad o esperanza en que no todo está
perdido? Lo ignoro. Con todo, me temo que el lastre de la desconfianza y
la decepción acumulada durante años es demasiado pesado. Exigiría
decisiones políticas radicales, auténticas rupturas, que hicieran
creíble el cambio necesario que al menos los militantes del PSOE parecen
haber visto y reclamado.
No sé lo que va a hacer Sánchez, pero
espero que él lo sepa, porque ahora mismo se necesitan cambios que no
admiten aplazamientos ni sesteos y van mucho más allá que una mera
restauración tardía del actual sistema político.
¿Va a aceptar su derrota Felipe González
y la camorra que le aplaude? Creo que la labor de zapa está servida y
que el país que el PP representa está al acecho en defensa de una casta y
de una idea patrimonial del Estado. Sánchez representa una amenaza,
todo lo inconcreta que se quiera por el momento, lo mismo que Puigdemont
en Cataluña con un referéndum que está cada día más cerca, tanto si se
celebra como si no, y nos vemos obligados a asistir a una demostración
de fuerza gubernamental. Hasta Peter Handke tiene miedo
del proyecto político que encarna Puigdemont; el hasta ayer denostado o
silenciado Handke, y hoy alabado por manifestar su miedo a la secesión
catalana y solo por eso, como hispanista de prestigio y personaje de
culto. País de desmemoria este, país de tartufos, que no parece tener
otro principio ético que la conveniencia oportunista y el «Donde dije
digo, digo Diego» como divisa de caballería esperpéntica.
DdA, XIV/3546
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