domingo, 28 de mayo de 2017

SIRIO ASPIRA A LAS LETRAS


Lazarillo

Son cosas de mucho pensar estas de poner al pie de tus días una mascota. Sobre todo cuando se han tenido antes otras y se las ha visto enfermar y morir. A este Lazarillo le ha llegado Sirio como un lucero brillante y corredor que busca las caricias hasta debajo de las teclas. Se lo ha pensado un rato, irresoluto, una vez ha subido a la buhardilla, antes de buscar el acomodo que observan. Las estanterías de los libros están demasiado repletas y no hay manera de hacerse un hueco. A la cama no osó subirse porque sabe que la de los humanos sueños es altura proscrita. Además, a lo que Sirio aspira sobre todo en su cachorrez es a estar muy cerca de los dedos de quienes le han adoptado. Tiene solo dos meses y hay mucho territorio hostil y múltiples presas imaginarias entre sus suspicacias. "Si quien me da casa y condumio siente más predilección por un frío teclado que por mi cara en permanente estado alarma -se habrá dicho-, nada mejor que escalar hasta la mesa donde hay una pantalla reflectante y ponerme a techado, que es algo que me priva como elemento protector". Se trata de un lugar provisorio, pues  es probable que de adulto no tendrá cabida en sitio tan angosto, y puede, además, que para entonces no se le permitan determinados caprichos, ahora tolerables por toda su gracia y encanto. A Sirio no le molesta el repiqueteo del teclado. Puede que lo acune o meza porque se queda frito. Este Lazarillo ha llegado a pensar si no querrá ganarse un modesto lugar en las letras con esta presencia tan a pie de página. Dan ganas de subirlo al papel de una pequeña historia para contar todo lo que tan pequeño ser vivo procura a la humana observación.

DdA, XIV/3548

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