El puente romano de servicio que atraviesa el río Yeltes a su paso por el término municipal de Retortillo sirve a la firmante para hacer una evocación emocional del paisaje de vida que siempre mueve el paso de un río bajo un viejo puente de piedra afincado en muchos siglos de historia. Elvira Zato concluye su artículo con una pregunta que puede reultar esperanzadora, a la espera de la reacción que el proyecto de construcción de una mina de uranio a cielo abierto en la comarca salmantina pueda tener en el vecino país. El río Yeltes, que nace en la Fuente del Espino, a pie del Pico del Codorro, en el municpio de Cilleros de la Bastilla, se junta al río Huebra y los dos juntos desembocan en el Duero, que sigue adelante por tierras portuguesas. Equo desveló recientemente la exitencia de un
protocolo firmado por los gobiernos de España y Portugal que permitirá
al estado luso pronunciarse y dar su opinión en el proyecto de la mina y las
evaluaciones técnicas y ambientales que requiera. El protocolo,
que se asienta en un acuerdo de cooperación transfronteriza de 1981, fue
firmado en el más cercano 2008 y obliga al estado español a consultar a
su homólogo portugués si desea participar en los procedimientos de evaluación ambiental del proyecto de Retortillo. Portugal, por su parte, ya se ha pronunciado sobre los efectos de
esta mina tan cercana a la frontera y a su territorio. Según un informe
del pasado 30 de mayo de 2016 a cargo de la Agencia Portuguesa do
Ambiente, el proyecto es susceptible de tener efectos
ambientales significativos en Portugal. El río Duero abastece allí
de agua potable a dos millones de personas y de agua de riego al Douro
Vinhateiro.Este Lazarillo confía en la sensibilidad para con su gente y con su tierra del actual gobierno portugués.
Elvira Zato
Fue un auténtico déjà vu el
que sentí al bajar las escaleras del Balneario de Retortillo. Volví a
tener siete u ocho años, esos eran, más o menos los que debía de contar
cuando íbamos con mi abuelo Juan, que pasaba dos semanas aquí tomando
las aguas. Esa parte, la del chorro, está igual que la recordaba, por eso ese
golpe de nostalgia que me removió. No fue el único que me sobrecogió.
Recibí un puñetazo en la boca del estómago al pasear por los aledaños
del balneario. Recordaba un bosque virgen de encinas, donde pastaban
casi libres las vacas y los cerdos. Lo que me encontré fue como un
erial, con los troncos de encinas centenarias derrotados y
descuartizados en el suelo y la candela secándose al sol.
Di media vuelta y quise ahogar mi imagen en el Yeltes. El agua
cantaría iba riéndose por el río, que diría Lorca. Peñas de granito
milenarias que guardan historias de incipientes y precoces noviazgos, de
trampolines ‘olímpicos’, de zambullidas y de orgullo pueril. Pero,
también sus aguas, mansas en algunos tramos y bravas en otros, son las
elegidas por la sarda, un pez que solo se siente bien en la Cuenca del
Duero. Y también refrescan aquí sus gargantas la cigüeña negra, el
milano real, la nutria y dos especies de galápagos.
Antes de los romanos seguro que hubo pueblos habitando estos parajes,
pero no dejaron su huella como los latinos. Impresiona pisar el puente
de servicio por esas grandes y robustas losas de granito, seguro que no
fueron muy lejos a buscarlas, puesto que ambas márgenes están escoltadas
por inmensas piedras.
Me comentan de vuelta al balneario que van a construir una mina de
uranio y que necesita verter en el Yeltes. En concreto, en nueve puntos,
uno de ellos a dos kilómetros de Villavieja de Yeltes, justo dos
kilómetros por encima de donde tienen una toma de agua potable. Pregunto
que cómo es posible y la respuesta es que se preguntó en Ciudad Rodrigo
por las tomas de agua, al ser Retortillo un municipio de su comarca,
pero es que aguas abajo, Villavieja de Yeltes, sí que se surte de este
agua, pero es un pueblo de la comarca de Vitigudino. ¡Vaya descontrol y
despropósito! Pienso para mí.
Lo que se percibe es que la mina tiene a Retortillo dividido, me
comentan que Villavieja está a una, como Fuente Ovejuna, en contra. Los
partidarios ven un futuro para los próximos nueve años, que son
inicialmente lo que está proyectado. Y los detractores advierten que
unas 2.000 encinas han desaparecido y con voz mesurada se preguntan:
“¿Quién va a comprar los terneros que críe en una finca al lado de una
mina de uranio, la única a cielo abierto de Europa?”
Son los daños colaterales del progreso, esos que hacen que dentro de
unos años ni las casas, ni las fincas, ni el gran valor ecológico que
tiene ahora esta zona del sur oeste de la provincia de Salamanca, valga
un real, que diría mi abuelo Juan.
Analizo los pros y los contras. A favor: la creación de empleo para
los 9 años de vida del proyecto. Trabajo no cualificado, por lo que solo
será un 10% de la plantilla la que se surta de estos pueblos, que por
otra parte son eminentemente viejos, a no ser que haya ingenieros,
entonces he de silenciarme. Y los impuestos que abone la compañía al
Ayuntamiento. En contra: afección a la salud, al turismo, al medio
ambiente, a la ganadería de siempre y residuos radiactivos por siglos,
entre otras ‘exquisiteces’ contaminantes. “Es una pena lo que están
preparando”, oigo decir a uno de los huéspedes del balneario mientras
pasea.
Y pienso… ¿Qué opinará Portugal?
DdA, XIV/3522
No hay comentarios:
Publicar un comentario