Félix Población
Estamos en la que algunos
observadores llaman semana decisiva de Podemos, pues es la previa a su
congreso. Tanto Pablo Iglesias como Íñigo Errejón han hecho varias llamadas al
orden para que los partidarios de uno y otro no se desquicien con la tensión
que se pueda vivir en el interior de la organización y procuren disentir sin
tirarse los trastos a balcón abierto.
El artículo publicado ayer por
Santiago Alba en Cuarto Poder no ha tenido en cuenta ese consejo. Partidario de
Errejón, habla de un partido roto -antes y después de Vistalegre 2-, y eso es
de una irresponsabilidad absoluta ahora mismo. Como sus
criterios sobre los afines a Iglesias sean de ese tenor, reprochándoles estilo
y estigmas propios de la vieja izquierda, yo pondría en entredicho su crítica.
Lo que faltaba estando a estas
alturas de la partida que se dirime en Podemos es que Pedro Sánchez resurgiera
en los medios con su candidatura a las primarias del PSOE y dijera, como así ha
sido en Veinte minutos, que podría entenderse muy bien con Errejón porque es un
posibilista. Al tiempo aprovecha su comentario para censurar otra vez a
Iglesias por negarse a hacer posible su investidura como presidente
del gobierno tras el pacto del PSOE con Ciudadanos.
Yo no sé si el lector recordará
que cuando hubo aquellas conversaciones entre el PSOE y Podemos tras el 20-D,
ya habló don Pedro de un Podemos más posibilista y otro más radical. Consta en
las hemerotecas. Pero lo cierto es que el partido morado convocó a sus bases y
la voz de la militancia decidió lo que ahora Sánchez reprocha a Iglesias, mientras que el PSOE convocó una
consulta trampa a los suyos, sin indicar con qué partido pactaría, que al final
fue Ciudadanos.
Ayer otro partidario de Íñigo Errejón,
Antonio Montiel, líder del partido en la comunidad de Valencia, comparó los poderes de su
secretario general Iglesias con los de Sadam Hussein o Franco. Cierto que luego pidió
disculpas, pero es de tal inconsciencia e infame desmesura la entidad del comentario incluso con ellas,
que debería bastar para poner al menos en cuestión su cargo.
Pablo Iglesias firmaba ayer también un
artículo, publicado esta vez en La Marea y no en Público, en el que calificaba
de impúdicas nuestras luchas internas televisadas y las conceptuaba como el
peor insulto a la gente que ha confiado en nosotros, la peor torpeza frente a
las razones que nos hicieron nacer y la peor política. El secretario general
terminaba su artículo aludiendo a las palabras de Errejón: Habrá quien diga que
la unidad y la disciplina no debe imponerlas un secretario general a toque de
corneta. Y tendrá razón. El problema es que la corneta la está haciendo
sonar la gente que nos necesita, ante la cual es preciso defender la firmeza porque esa genete es mucho más importante que nuestros cargos.
Para cinco millones de votantes es muy duro leer lo que ayer escribió Alba (Ninguna ilusión) cuando Unidos Podemos tiene 71 diputados en el Congreso, porque viene a ser un colofón aventado a un carrusel de pugnas intestinas puestas a ventilar sin la más mínima dignidad y recato, y con la más pazguata de las transparencias por quienes, desde el lugar que ocupan gracias a la voz, el voto y la confianza de la gente, han contribuido con su actitud a propinarle a esa gente, en efecto, el peor de los insultos con la peor y más estúpida torpeza de la peor política.
DdA, XIV/3462
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