"Un abuelo
pistolero tuvo problemas económicos tras enviudar hace dos meses. El
detenido atracó su propia oficina bancaria, de la que al parecer no
podía sacar el dinero de su esposa”.
Gregorio Morán
La historia del obrero jubilado de
Hostafrancs (Barcelona) hubiera inspirado a Bertolt Brecht, el escritor
alemán, a que escribiera uno de sus cuadros teatrales más conmovedores
de su vida. Resumo la historia según apareció en alguna canallesca; en
este caso sin piedad y en su sentido más genuino. Titulares: “Un abuelo
pistolero tuvo problemas económicos tras enviudar hace dos meses. El
detenido atracó su propia oficina bancaria, de la que al parecer no
podía sacar el dinero de su esposa”.
Salvo
el protagonista, Jesús M.A -que es como se escriben ahora las
contraverdades- lo demás es falso. No podía ser abuelo, porque no tenía
hijos. Llamar pistolero a un tipo que llevaba una pistola de fogueo y
sin balas, es un exceso semántico. Entró en la oficina bancaria de toda
la vida -llevaba 35 años viviendo en el mismo sitio- y el dinero, que no
sería precisamente el de Urdangarín, estaba colocado en una cuenta
conjunta que los empleados bancarios no querían devolverle hasta que
terminaran ¡los trámites mortuorios! Así llevaba dos meses y lo que la
voluntad omnímoda de esos oficinistas dictaminasen que ya era hora de
dárselo, porque al fin y al cabo era suyo. Hasta tuvo que pagar 500 euros, que pidió a una vecina, para pagarse un notario.
Harto de estar harto se compró una pistola de juguete y baratillo y
se echó la vida por delante. En seis días, seis simulacros de atraco.
Tres oficinas bancarias, una perfumería y una farmacia; todas alrededor
de su casa, como si le importara un carajo ya todo. Curioso el detalle
brechtiano, de que en la farmacia se llevó una caja de Viagra. ¡Grandes
especulaciones! Bastaría con pensar que a sus 71 años y con problemas de
próstata quisiera echarse el último gran polvo de su vida.
¿Que
se le fue la olla? ¿Y a quién no? 71 años trabajando, fallece tu mujer
de toda la vida y le ponen pegas a devolverte lo que es tuyo. Pero como
eres un pringao tienes pocas posibilidades de hacer otra cosa que no sea
algo grande al fin en tu vida: hay que tener muchos huevos y una cabeza
fuera de sí, para entrar en plan temerario en los seis sitios que
tienes más cerca, salvo uno en la Gran Vía.
¿Y a esto el gremio informativo, cada vez más sicario y acojonado, le llama “un pistolero”? Sencillamente un obrero que siempre trabajó en un taller de automoción y que se quedó viudo a los 71 años,
sin hijos ni parientes, solo unos vecinos comprensivos que se desviven
colmándole de alabanzas y que le adelantaban los gastos; que si 500
euros, que si mil y pico, que devolvía rigurosamente, no como el banco
¡Atracador a mano armada con pistola de chirigota!
Seguro que la entidad bancaria Caixabank habrá recompensado al director de la sucursal por su valor y su rigor económico.
No hay piedad con quien uno se puede ensañar y tiene escasas
posibilidades de defenderse. Un empleado modelo, no como otros
directivos que saquean los bancos y las cajas, y encima hay que darles suculentas indemnizaciones. La demagogia se ha transformado en un cuento de hadas.
Pero lo mejor viene ahora. Los dos jueces encargados del caso le han decretado prisión sin fianza, por riesgo de fuga.
Quizá podría sacarse uno de esos billetes para diez viajes por la
ciudad e ir a ver el mar. No creo que le quitaran el pasaporte porque no
tendría, y Suiza, ¡oh Urdangarín! le pillaba un poco lejos; tampoco
sabrá esquiar y el norte de Europa le castigará de frío, carece de la
experiencia de Bárcenas. Menos aún, no habla idiomas, como Rodrigo
Rato. ¡Pero hay riesgo de fuga hasta el bar de la esquina!
¿Quién dijo aquello de que la justicia era igual para todos? Quedará como el mejor chiste de nuestra época.
BEZ DdA, XIV3471
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