Fernando Ceñal
Un saludo a todos.
Me llamo Fernando Ceñal y vivo en Gijón, Soy un afiliado de base de
Podemos y os voto desde las elecciones europeas del 2014. Pocos días
antes de dichas elecciones no sabía bien a quien votar, aunque había
visto a Pablo Iglesias en TV y me gustaba su estilo directo y su
lenguaje claro. Casi a última hora aposté por vosotros aún cuando
suponía que mi voto sería inservible. Me sorprendió que 1.250.000
personas hubieran pensado lo mismo que yo y que todos actuáramos de
manera coordinada, como relojes, para ser partícipes de una de las
mayores sorpresas de nuestra maltrecha democracia.
Han sido meses y meses partiéndome la cara por vosotros ante amigos y
familiares (en mi familia no hay un sólo votante de Podemos salvo yo.
Todos son de C's y de PP). No es nada fácil decir que eres de Podemos en
determinados ambientes. Es como decir que eres un descerebrado o un
ingenuo, pero siempre he estado orgulloso de lo que decíais representar.
Sois lo mejor que le ha pasado a este país y no me arrepiento de
haberos votado durante estos dos años.
Por eso me encuentro perplejo y disgustado ante esta situación
inexplicable que ha estallado de la nada. ¿En qué maldito momento han
surgido como de debajo de las piedras estas infantiladas de los
"errejonistas" y los "pablistas"? ¿Vosotros sabéis el daño tan
espantoso que estáis haciendo a miles y miles de personas que han
depositado su confianza en este proyecto? Un proyecto que es de todos
los podemitas, sin subnombres tribales ridículos ni etiquetas de tres al
cuarto. Deberíais de sentir vergüenza por estar dando esta imagen de
parvulario impropia de gente madura y que, lejos de buscar protagonismo
personal y camarillas propias de adolescentes, deberían interesarse por
los problemas de la gente, aparcar sus diferencias y buscar el bien
común de todos.
Quiero que vuelva Podemos, con todos sus matices, pero que regrese la
cordura. Parece mentira que gente que hasta ahora consideraba madura
les vea escribir en twitter verdaderas burradas. Parece una pesadilla de
la que me gustaría despertar. No tenéis derecho a arruinar la ilusión y
la esperanza que millones de personas han depositado en vosotros. No
esperéis ni un minuto más para pedir perdón a todos los que os hemos
apoyado incondicionalmente y defendido nuestro/vuestro proyecto con
orgullo. No nos avergoncéis. Sería imperdonable y la mayor traición que
le harías a este país. El que no se vea capacitado para asumir la gran
responsabilidad que es representarnos le ruego que sea honesto/a y se
vaya a su casa. Quizá algunos no sirváis para esto. No pasa nada, yo
tampoco sirvo y por eso me dedico a un cometido bien distinto. Para esto
hay que tener madera, saber que eres un representante de millones de
ciudadanos y que los interese personales y los puestos vitalicios no
existen.
Yo no he esperado a que acabe la Navidad para deciros lo que pienso.
Estoy tan preocupado, sorprendido y desorientado que no puedo esperar ni
un día más. Sería inconcebible que muchos de vosotros estuvierais tan
tranquilos en cada comiendo el turrón cuando algunos nos sentimos casi
abandonados a nuestra suerte.
Para finalizar, ni siquiera tenéis la cortesía de decir con caridad
cuáles son esas diferencias tan tremebundas que por lo visto han creado
un cisma entre esos dos grupúsculos innombrables para mí. Hoy Errejón e
Iglesias han sido entrevistados en sendos medios de comunicación y
ninguno ha desvelado nada. Dice Errejón que hay que sentarse a hablar
para ver cómo de grandes son esas diferencias.......parece que ni ellos
saben de qué diferencias se trata. Seamos serios señores. Hablad claro y
exponer ante vuestros votantes y militantes en qué consisten vuestras
diferencias y así entre todos podamos debatir y llegar a acuerdos. Lo
que no es de recibo es que a día de hoy ninguno de nosotros sepamos con
meridiana claridad qué diferencias exactamente os separan. Nos lo
debéis, sobre todo después de este espectáculo tan triste y deprimente.
Ni un minuto más sin explicar alto y clarito en qué se diferencian
vuestras propuestas. Y sin rodeos que no estamos para bromas.
Sigo confiando en vosotros porque de lo contrario me sumiría en un
profundo dolor, y lo digo de corazón. Pero no quiero que mi confianza
nazca desde algo tan endeble como la fe. Quiero confiar con argumentos
consistentes y con razones sólidas.
Gracias por leer este escrito y un abrazo fraternal a todos los podemitas que sienten este proyecto como suyo.
Manuel Monereo: Podemos, el fin de la inocencia
De lo que se trata ahora, a mi juicio, es partir de la realidad que se
ha ido configurando en Podemos. El discurso del método no puede
sustituir a la política y no debe seguir siendo un instrumento para
perpetuar ambigüedades programáticas y estratégicas. Las tres posiciones
deben tomarse en serio a las bases a las que dicen representar en un
sentido muy preciso, darle elementos de juicio para decidir
democráticamente el futuro de la organización. Recomendar autocontención
ya no parece posible. Los medios serán actores internos en nuestro
debate y lo harán a instancia de parte. En este sentido, se puede decir
que hemos llegado a una etapa caracterizada como “el final de la
inocencia” de Podemos. Hasta no hace mucho tiempo, ante las continuas
agresiones del sistema, el equipo dirigente se apiñaba y cerraba filas.
Todos se consideraban parte de un proyecto impugnatorio de un régimen
político en crisis, portavoz de las clases subalternas, crítico y
alternativo al neoliberalismo dominante y, lo que es más importante, con
un proyecto autónomo de país. Ya no es así. La historia, la de verdad,
pasará por la próxima asamblea de Podemos. Allí, con luz y taquígrafos,
se resolverá en gran medida si la ruptura avanza o la restauración en
marcha se consolida. Al menos se demostrará algo que en estas tristes
semanas ha sido sistemáticamente eludido, que Unidos Podemos es la única
fuerza capaz de disputarle el gobierno y la hegemonía a las clases
dirigentes. Que somos protagonistas de la Historia con mayúsculas y que
no aceptamos ser sujetos pasivos en manos de las clases dominantes en
sus disputas de poder.
DdA, XIII/3422
No hay comentarios:
Publicar un comentario