martes, 29 de noviembre de 2016

FIDEL CASTRO EN GALICIA: LAS OPONIONES DE GALEANO Y MUJICA

dos

Vamos a seleccionar, después de haber quedado hartos de las informaciones y opiniones en contra vertidas estos días por casi todos los medios de información respecto a la personalidad política de Fidel Castro, con una crónica y dos textos que posiblemente sean los más interesantes de cuanto se dijo sobre el líder de la revolución cubana, recientemente fallecido a los noventa años de edad en La Habana. La crónica es de Xose Manuel Pereiro, se publica en CTXT y hace referencia al viaje a Galicia que por invitación del entonces presidente de la Xunta, Manuel Fraga, hizo Fidel en 1992 Fue quizá el viaje más extraño y entrañable de los muchos realizados por el entonces presidente de aquella república. Tuvo por objeto la visita a la pequeña localidad de Láncara (Lugo), en donde nació el padre de Fidel, que como el de Fraga hubo de emigrar a Cuba. La crónica aporta un vídeo de aquella jornada y termina así:
 
Aquella noche, de vuelta en Santiago, Fidel nos tuvo horas en vilo sobre si habría una rueda de prensa. Finalmente, de madrugada, bajó al hall para responder a unas preguntas a pie, rodeado de micros, como si viniese de declarar en un juzgado o de constituir una gestora. No recuerdo lo que dijo, pero sí la mirada, como de padre orgulloso, del que fue vicepresidente de Cuba hasta 2012, José Ramón "Gallego" Fernández (que no era gallego, sino de origen asturiano). Castro se despidió y subió a su habitación. Después, los periodistas que remoloneaban por el hotel fueron testigos de algo que es difícil de creer. Sobre las tres de la mañana, muy pocas horas antes de tomar al avión, Castro salió solo, o muy discretamente acompañado, a las puertas del hotel a contemplar con melancolía la noche compostelana. Enfrente se desalojaba Liberty, una de las discotecas históricas de Santiago. “¡Fidel! ¿Qué haces?”, “¡No te vayas!, ¡Quédate en Galicia!”, le decían los noctámbulos desde la otra acera. “Lo siento compañeros, me han tratado muy bien, pero tengo que regresar”, contestó Fidel Castro. Y se fue, creo que con pena. Sin el caballo.

El siguiente texto es del escritor uruguayo Eduardo Galeano y pertenece a su libro Espejos, publicado hace años:

Sus enemigos dicen que fue rey sin corona y que confundía la unidad con la unanimidad.
Y en eso sus enemigos tienen razón.
Sus enemigos dicen que si Napoleón hubiera tenido un diario como el “granmma”, ningún francés se habría enterado del desastre de Waterloo.
Y en eso sus enemigos tienen razón.
Sus enemigos dicen que ejerció el poder hablando mucho y escuchando poco, porque estaba más acostumbrado a los ecos que a las voces.
Y en eso sus enemigos tienen razón.
Pero sus enemigos no dicen que no fue por posar para la Historia que puso el pecho a las balas cuando vino la invasión, que enfrentó a los huracanes de igual a igual, de huracán a huracán, que sobrevivió a 637 atentados, que su contagiosa energía fue decisiva para convertir una colonia en patria, y que no fue por hechizo de Mandinga ni por milagro de Dios que esa nueva patria pudo sobrevivir a 10 presidentes de los estados unidos, que tenían puesta la servilleta para almorzarla con cuchillo y tenedor.
Y sus enemigo no dicen que Cuba es un raro país que no compite en la copa mundial del felpudo.
Y no dicen que esta revolución, crecida en el castigo, es lo que pudo ser y no lo que quiso ser. Ni dicen en gran medida el muro entre el deseo y la realidad fue haciéndose mas alto y mas ancho gracias al bloqueo imperial, que ahogó el desarrollo de una democracia a la cubana, obligó a la militarización de la sociedad y otorgó a la burocracia, que para cada solución tiene un problema, las coartadas que necesita para justificarse y perpetuarse.
Y no dicen que a pesar de todos los pesares, a pesar de las agresiones de afuera y de las arbitrariedades de adentro, esta isla sufrida pero porfiadamente alegre ha generado la sociedad latinoamericana menos injusta.
Y sus enemigos no dicen que esa hazaña fue obra del sacrificio de su pueblo, pero también fue obra de la tozuda voluntad y el anticuado sentido del honor de este caballero que siempre se batió por los perdedores, como aquel famoso colega suyo de los campos de Castilla.

El tercer texto se acaba de dar a conocer estos días, con motivo del óbito de Fidel, y es una carta a su amigo del expresidente de Uruguay, Manuel Mujica:

Querido Fidel: Recién me entero, la noticia ha sido devastadora. No dejo de imaginarte a vos, tendido en la escueta cama de madera que se convirtió en tu último refugio. Y aquí estoy, sentado en la entrada de la chacra pensando en lo que diré al mundo y cómo ocultaré esta lágrima, aunque dirán algunos publicistas que será mejor que se vea, que así se construyen las leyendas. Las leyendas no se pueden construir, vos eres ua, forjada con el mismo golpe de la metralla y la bandera ondeando en el campamento, ahí en la sierra, sin importar si es selva o pampa, siempre es igual, la batalla duele en la entraña de lo que llamamos nuestra tierra, ese pedazo de geografía que podemos recorrer pero que nos recorre a nosotros.Y pienso que tuve suerte porque llegué a la silla viejo y la cara de bonachón nunca se me quitó, a pesar del encierro y la tortura; las críticas fueron menos, no tuve que enfrentar el rigor del escrutinio público al que vos hiciste frente con esa estatura de gigante con la que diste ejemplo al mundo y no fui forzado a debatirme entre patriotas y traidores, nadie me tildó de tirano. Pero esa suerte también se puede entender diferente.El mundo que yo encaré es el de las tarjetas de crédito y las vidas consumidas en una lucha para la que no hay guerrilla posible, todos me escuchan con atención, sonríen, aplauden y continúan tratando de llenar sus vacías vidas con cosas que los consumen, a plazos, pero inevitablemente. A vos te queda Cuba que seguirá ahí, sin analfabetismo, con el mejor sistema de salud pública, con la mejor educación del continente y yo aún aquí, en la batalla, no por la vida, sino contra el olvido, enfrascado en una lucha que no tiene sentido porque el Sur se convierte en más Sur cada día, los monstruos insisten en su avance y ahora nos copan por todos los flancos. 

La breve ilusión del continente bolivariano vuelve a desvanecerse, con la partida de Hugo, la ignominiosa salida de Dilma y de Cristina, mi confinamiento a un escaño del parlamento y la orfandad en que nos dejas, seguramente pronto el sinsentido de un mundo que no aprende de su historia nos devorará nuevamente.

Las sombras nos acechan y por hoy, querido amigo, vos has partido y no tendremos, por lo menos en este ciclo, una más de esas charlas interminables que insuflaban amor y victoria, de las que yo salía rejuvenecido, sintiendo que podía enfrentar a la más temible de las gárgolas o cruzar el abismo de un solo impulso, la tristeza es inevitable.
Pero ¿qué dirías vos? “Anda loco, que no es para estar tristeando ¿y qué más da? Que sólo es carne y pellejo, no te hagas al muerto vos, que la lucha sigue y es pa’lante nomás”, y yo digo a mi mente desvariando “Que él no hablaba así, no seas irreverente”, mejor pensar que habrías dicho algo más brillante, no los cuentos de este viejo loco que hace aplaudir a multitudes, pero no ha podido mover a su pueblo como tú, ¿Qué de la Oriental surja una batalla final? Difícil, no imposible… mientras tanto a vos, en esa estrella del Caribe, un guiño y un ¡Hasta la victoria… siempre!


+@ El adiós comenzó en la Plaza de la Revolución, Página 12

DdA, XIII/3399

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