Lazarillo
Lo pensé cuando recorrí los doce kilómetros de esta senda por primera vez, hace ya bastantes años, y lo habrán pensado muchos otros caminantes que hayan disfrutado de ese accesible trayecto y del espectacular entorno que lo rodea. Cuando
caminéis por la Senda del Cares, por ese camino imposible tallado en la
roca, es de justa recordación tener en cuenta -como acabo de leer- que fueron vecinos de las localidades de Caín y Cabrales quienes
llevaron a cabo tan dificultosa obra. No se trata de una obra anónima porque tuvo sus forjadores: algunos de ellos aparecen en la foto
junto con el hombre que trazó e ideó esa impresionante ruta, recorrida cada año por miles de visitantes: Manuel Campillo
Noriega (el primero por la izda.), bulnesu de pro. Sería de justicia que algún día,
alguien desde la sede del gobierno regional -que no esté excesivamente preocupado arbitrando los conflictos de su partido- se acuerda de poner una modesta placa reconociéndoles a esos trabajadores su mérito y su esfuerzo. Quizás, seguro, la necesidad les llevó a colgarse de
aquellos abismos, barrenar a mano, hacer muros, trabajar como titanes
para llevar a cabo lo que les habían encomendado. Este Lazarillo aboga desde aquí para que se consigne ese trabajo al pie de la senda más transitada de Asturias.
DdA, XIII/3356
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