Félix Población
Ayer bajo la lluvia, con el
paraguas de Cifuentes luciendo la enseña nacional, se les veía muy amigables a
la baronía del PSOE y a los ministros y dirigentes del PP en la tribuna del desfile militar que conmemora el 12 O. Reinaba un festivo clima
de gobernabilidad, con el partido más corrupto de los últimos cuarenta años
asegurando su permanencia en el ejecutivo un cuatrienio más.
Quien mejor mostró esa
disponibilidad traidora entre la baronía socialista fue el presidente de
Castilla-La Mancha, heredero del simpar Bono. García Page fue muy explícito con
los medios al asegurar que se esperaban informaciones peligrosas sobre Pedro
Sánchez, el ex secretario general de su partido al que él -junto a otros y
otra- traicionó. Lo peligroso para Page era ese gobierno alternativo que
procuraba lograr Sánchez y para el que se requería el concurso de los
nacionalistas no impidiéndolo. Es decir, de los mismos que en el pasado pactaron
con todos los gobiernos habidos sin que eso comportara la ruptura de España. De
los mismos, también, que facilitaron la elección de la actual presidenta del
Congreso.
Eso era la información peligrosa
para el presidente castellano-manchego. No que el PSOE, con la abstención de
sus diputados (once al menos) en la sesión de investidura de don Mariano el que está mejor callado, prolongue en
el Gobierno de la nación al partido político que más causas por corrupción contabiliza
desde 1978, con la trama Gürtel vivita y coleando de bochorno estos días en los
tribunales.
Mucho me temo que con la
defenestración de Pedro Sánchez y la posible escisión del Partido Socialista de
Cataluña, defensor del “no es no” y partidario de ese gobierno alternativo que
no pudo ser, la cuestión de Cataluña se encone más en los próximos años. Es la
traza que apunta ese PSOE traidor y la que ha resumido mejor que nadie el
presidente de su gestora, Javier Fernández. “En política -ha dicho- hay que
acostumbrarse a convivir con la decepción”. Su partido es un especialista en
esa materia, por eso está a punto de ser adelantado por la izquierda por otro
que prefiere convivir con el cambio, como en su tiempo prometió el dios Felipe,
máximo artífice de las decepciones.
¿Les quedan a los militantes del PSOE ánimos, fuerza y posibilidades para enmendar esa convivencia
con la decepción y con la corrupción? Es lo que queda por saber para que los Fernández, Díaz, Vara y Page
dejen de vivir de la política a costa de esa convivencia con la decepción que algunas puertas giratorias abrió al mentor de los nombrados y a unos cuantos ex ministros socialistas.
DdA, XIII/3360
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