Felipe González de cabeza y Pablo Iglesias de pie, así aparecieron
sendas fotografías de uno y otro en la sede del PSOE de Torrent (Valencia)
Félix Población
Vaya por delante que siempre
es condenable una protesta que impida dar voz a unos criterios en un acto
público. Lo es, por lo tanto, que don Felipe González y don Juan Luis Cebrián
no hayan podido abrir la segunda sesión de las jornadas sobre Sociedad y cambio global, organizadas en
la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid. El ex secretario
general del PSOE y ex presidente del Gobierno y el presidente de PRISA iban a
desarrollar como tema Sociedad civil, España
y Europa. El futuro no es lo que era.
No pudieron hacerlo por la oposición
al acto que impuso un grupo de jóvenes alborotadores. Un asunto de la
naturaleza del que uno y otro conferenciante iba a tratar es, en las circunstancias actuales, casi un ejercicio de
autoinculpación por parte de ambos. A uno y otro le tocan
responsabilidades a la hora de analizar la quiebra económica, institucional y
democrática que padece el país. Ambos representan dos poderes claves, el
político y el mediático, en el desarrollo de la Transición y en el afincamiento
del régimen del 78, envejecido y enfermo de gravedad por las lacras del desempleo y la
corrupción, sí como por la crisis territorial.
Pese a esas responsabilidades,
repito, la actuación de quienes impidieron la conferencia es censurable, aunque
acabemos de asistir -a instancias de don Felipe González y otros de sus
devotos- a una no menos censurable actuación de una parte del comité federal
del Partido Socialista forzando a la dimisión a su secretario general para
trocar la negativa a un gobierno del Partido Popular por una abstención que lo
facilite, sin que se le permita a la militancia del PSOE expresar su voz.
Quienes han llevado a cabo esta
estrategia a puñalada trapera son los mismos que han defendido respetar a los
ocho millones de votantes del Partido Popular -según expresión de González- antes que a los casi once
millones de votantes de su propio partido y Unidos Podemos (UP). Y los mismos
que tras las elecciones de diciembre -con González de mentor divino- hicieron lo propio, con mayor número de
votantes, forzando un pacto estéril con Ciudadanos que impidió cualquier
acuerdo con UP.
Pero si lamentable fue la
actitud de los alborotadores en la Autónoma, no lo ha sido menos la acusación
del portavoz de la comisión traidora y del diario El País al culpabilizar sin
prueba alguna a Podemos de lo ocurrido. Hubo también en el PSOE algún diputado
que, con ocasión de la concentración de militantes y simpatizantes ante la sede del partido apoyando a Pedro
Sánchez, dijo que era gente del partido morado.
Coincidentemente con el abucheo
a González y Cebrián, supimos que en la sede del PSOE en la localidad
valenciana de Torrent había aparecido el retrato de don Felipe cabeza abajo. A
su lado, el de Pablo Iglesias seguía en pie. Hasta ahora nadie ha dicho todavía que un comando podemita haya sido el culpable. Habrá quien lea en la fotografía lo que quien la provocó quiso decir.
PS.-Desde la SER de Cebrián, Pepa Bueno se ha despachado esta mañana a gusto en defensa de la libertad de expresión y en contra de los alborotadores que impidieron la conferencia de su jefe y Felipe González, pero no hizo lo mismo cuando su jefe despidió a los periodistas Ignacio Escolar, Fernando Berlín y Manuel Rico de la emisora e impidió a los periodistas de PRISA acudir a programas de La Sexta. Periodismo hipócrita.
PS.-Desde la SER de Cebrián, Pepa Bueno se ha despachado esta mañana a gusto en defensa de la libertad de expresión y en contra de los alborotadores que impidieron la conferencia de su jefe y Felipe González, pero no hizo lo mismo cuando su jefe despidió a los periodistas Ignacio Escolar, Fernando Berlín y Manuel Rico de la emisora e impidió a los periodistas de PRISA acudir a programas de La Sexta. Periodismo hipócrita.
DdA, XIII/3365
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