viernes, 21 de octubre de 2016

EL INCONSCIENTE OTEGUI Y LAS CORRIDAS DE TOROS EN CATALUÑA

Félix Población

No negaré nunca que la mediación política de Arnaldo Otegui fue importante para que hace cinco años, y gracias a la labor llevada a cabo en materia antiterrorista por el gobierno de Rodríguez Zapatero -tan ignominiosamente atacada por el Partido Popular desde la oposición-, ETA dejara definitivamente de matar.

Ayer han querido celebrar los medios ese quinquenio sin bombas lapa ni disparos en la nuca en un país donde tan pocas cosas hay que celebrar en los últimos años, como no sean las futboleras. Para ello han recurrido a los protagonistas que hicieron posible el fin de la violencia etarra. Entre ellos no podía faltar Arnaldo Otegui.

El líder de la izquierda abertzale nos ha sorprendido a todos con su inconsciencia. O al menos a los que no nos incluimos en sus filas de adeptos o simpatizantes. Con toda su dilatada experiencia política, le creíamos más perspicaz y más documentado sobre la sociedad vasca, a uno de cuyos sectores dice representar su partido.

Otegui ha dicho en la SER que durante el largo periodo de asesinatos que se dieron en aquel país y que colman toda su vida adulta, con una incidencia también brutal en otros puntos de España, él no era consciente del nivel e intensidad del dolor que provocaba el terrorismo de ETA. Es posible –manifestó- que viviéramos en un mundo paralelo, porque la izquierda abertzale estaba en las trincheras, frente al ataque del Estado

Dejando al margen lo inadecuado de la terminología bélica empleada por Otegui, parecería claro que ser consciente de lo que ahora dice obligaría a don Arnaldo y a su partido a condenar la violencia etarra, a menos que estas declaraciones fueran un derroche de pura hipocresía o grave incoherencia. 

A incoherencia suena y a provocación respecto a la opinión y el sentr de los ciudadanos de aquel país, la determinación del Tribunal Constitucional anulando el acuerdo del Parlament de Cataluña, que hace seis años prohibió la tauromaquia. La sentencia, hecha pública ayer, afirma que Cataluña puede regular los festejos taurinos, pero no prohibirlos. El tribunal anula el artículo 1 de la ley catalana que prohíbe las corridas porque invade la competencia del Estado en materia de cultura, como si la tortura que se desarrolla en ese tipo de eventos lo fuera. 

Dado que en Canarias las corridas de toros están prohibidas desde 1991, por una ley canaria de protección de los animales  sin que ningún tribunal estatal la haya enmendado hasta ahora, los términos provocación o agravio comparativo con relación a Cataluña se me antojan cortos en medio del proceso que se vive en aquella comunidad. Desde Madrid no se deja de alimentarlo con nuevos agravios.


DdA, XIII/3366

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