PATRIOTAS, NO MOLESTEN
A mí la patria me parece tan difícil
de entender como la Santísima Trinidad, así que dejo los misterios para
quienes los entiendan y a los patriotas les pido lo mismo cada 12 de
octubre, o cada fecha señalada en las naciones varias: por favor, no
molesten.
Jaime Poncela
Los adoradores de los muñones de Millán Astray y
otras reliquias, o quienes hacer residir la patria en las mangas de la
camiseta del futbolista Piqué están de gran gala cada 12 de octubre
porque se siguen creyendo los propietarios de la banderita de Marujita
Díaz y toman café cortado con la leche de la cabra de la Legión. También
están hoy encantados los que dicen que Colón debe irse de Barcelona
porque han aprendido Historia sin hache y se creen tan en posesión de la
verdad como los otros con tal de dar el cante. La próxima babayada será
eliminar la estatua de Pelayo porque no respetaba la cultura árabe y
era un imperialista. Todo se andará, queridos. Estamos rodeados de
patriotas, algo que es molesto y siempre me ha puesto muy nervioso. Los
nazis decían que cada vez que se oye la palabra cultura hay que echar
mano a la pistola. Cada vez que oigo la palabra patria yo suelo echar
mano al pasaporte y preparo la maleta por si se nos viene encima otra
avalancha más de iluminados.
En este país que cada día se sitúa un paso más lejos
de la inteligencia, la afloración de patriotas es tan preocupante como
esas plagas de plantas invasoras que no dejan crecer nada más en el
sitio en el que ellas echan raíces. Además, visto lo visto en los
juzgados, vamos descubriendo a muchos veneradores fervorosos de la
bandera, que tienen la patria en la tarjeta black y para quienes el país
de residencia ideal es un paraíso fiscal con bandera de conveniencia,
como la de cualquier honrado pirata que robaba por encargo y a comisión
en nombre de ideales superiores y altas instituciones. A más patria, más
roña. Y a falta de ideas, de inteligencia y de proyectos reales para la
gente real, lo mejor es andar a banderazos con las venas del cuello muy
hinchadas, cantando himnos patrióticos y jodiendo la vida a quienes se
quedan en la cama igual cuando hay fiesta nacional, sea de la patria
grande o de la patria chica.
Uno siempre ha preferido a quienes confiesan honradamente que su
patria es su sofá, su bragueta, su estómago, sus libros o su colección
de sellos y que no andan por ahí haciendo proselitismo, desfilando a
zapatazos y dando voces a deshora. A mí la patria me parece tan difícil
de entender como la Santísima Trinidad, así que dejo los misterios para
quienes los entiendan y a los patriotas les pido lo mismo cada 12 de
octubre, o cada fecha señalada en las naciones varias: por favor, no
molesten.
Artículos de Saldo DdA, XIII/3359
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