Félix Población
Aunque haya conseguido que todos los medios hoy se centren
en esa frase, dejando aún más marginado al PSOE en la estéril sesión de
investidura celebrada ayer, me parece que Pablo Iglesias se excedió al
manifestar que había más potenciales delincuentes en el Congreso que ahí fuera,
en referencia a los manifestantes que mañana se congregarán en torno al palacio
de la carrera de San Jerónimo bajo el lema Ante el golpe de la mafia,
democracia.
Es evidente que al señor Iglesias, como a los cinco millones
y pico de votantes de Unidos Podemos, les sentó lógica y sumamente mal la criminalización
que a priori se hizo de esa convocatoria por parte de la mayoría de los medios
y algunos representantes de la clase política, como si el derecho cívico a
manifestarse en la calle fuera susceptible de ser criminalizado a partir de la existencia
del partido morado, al que también se le acusó de estar detrás de tal evento.
Tuvo asimismo Iglesias alguna referencia en su discurso matinal al portavoz del Partido Popular, un tipo provocativo donde los haya que se ha
caracterizado hasta ahora por su talante chulesco y sus infames referencias a
los familiares de las víctimas del franquismo. Y como don Pablo aludió precisamente
a la ralea provocadora de Rafael Hernando, era previsible que las irónicas
respuestas de don Mariano a lo expuesto por Iglesias no se quedaran en eso y
que don Rafael replicara del modo que le caracteriza en la sesión de tarde.
Transcribo literalmente sus palabras: "El señor Iglesias
tiene la infame costumbre de subirse a esta tribuna a descalificar a mi grupo,
hoy ha tenido la indecencia de hablar de mi grupo en los términos de tildarnos
de delincuentes en potencia. En un país democrático quien dice quién es un delincuente
son los jueces y los tribunales, no ustedes…eso, ¿sabe dónde ocurre? En las
dictaduras, esas que usted tan bien conoce. Usted no está hecho de
mejor pasta que muchos corruptos sentados en los tribunales. Ellos quizá usaron
las siglas de los partidos para enriquecerse, pero es que usted usó el nombre
de España para ponerse a la venta de dictadores y de regímenes extranjeros como
el de Venezuela y el de Irán”.
Dado el carácter categórico de esas afirmaciones y
demostrado por los tribunales de justicia la falsedad de las mismas, lo mínimo
que se podía esperar –tal como demandó Iglesias, en aplicación del artículo 71
del reglamento cuando se hagan alusiones que impliquen juicios de valor o
inexactitudes sobre la persona o la conducta de un diputado-, es que el líder
de Podemos tuviera derecho a una réplica de tres minutos. No se lo permitió la
presidenta del Congreso, que tras solicitar a Hernando si se desdecía de lo
dicho –no lo hizo éste, que lo vino a ratificar con la supuesta cifra de
la venta-, aplicó a Pablo Iglesias la Ley Mordaza.
La bochornosa y sectaria actitud de Ana Pastor trajo consigo
que los 67 diputados de Unidos Podemos abandonaran como expresión de protesta el hemiciclo, perplejos e
indignados ante el inicio de una legislatura que no sólo parte con la vigencia
de la citada ley en la calle, sino con un primer capítulo de su aplicación en el
mismísimo Congreso de los Diputados.
DdA, XIII/3372
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