Lazarillo
Lo más significativo de esta noticia no es el titular que refleja la ascensión y llegada a la cumbre del Naranjo de Bulnes (más de 2.500 metros de altitud) de una niña gallega de cinco años -con ser este hecho noticiable-, sino lo que los padres de Alicia Vega resaltan sobre los objetivos educadores que la culminación de ese esfuerzo representan y de los que la redactora del diario La Voz de Asturias (Mónica Torres) ha dejado breve y enjundiosa constancia en el reportaje. Estoy convencido, como el padre de Alicia, de que el pasado 5 de septiembre, fecha del ascenso, esa niña de la fotografía ha logrado uno de los estirones de ánimo más decisivos de su trayectoria vital: el de saber y sentir que al término de un gran esfuerzo se sienten los horizontes avistados como la culminación real de un sueño. Al llegar a la
cima Alicia dijo muy despacio, casi en sílabas, y varias veces seguidas: No me
lo puedo creer. Estoy soñando papá. Que sigas escalando tus sueños con la misma voluntad de lucha, pequeña Alicia, porque como apunta tu progenitor la montaña te está haciendo grande.
Imagen :Alfonso Vega La niña gallega que escaló el Naranjo de Bulnes
Escala el Naranjo de Bulnes con 5 años
La gallega Alicia Vega ha conseguido
hacer cima en una de las cumbres más emblemáticas de los Picos de
Europa, acompañada y guiada por sus padres
«Me gustan las montañas y dormir bajo las estrellas», dice Alicia Vega. Esta niña de Tui tiene los mismos gustos y sueños que cualquier compañero de su edad, pero ella ha empezado la conquista. Con cinco años acaba de coronar la cima del Naranjo de Bulnes, una de las cumbres más emblemáticas de la Cordillera Cantábrica, de 2.519 metros de altitud.
Es la gallega más joven, que se tenga constancia, que haya conseguido
alcanzar la tan deseada cima de los Picos de Europa y lo hizo el 5 de
septiembre con sus padres, Alfonso y Elena. Así que, la última vez que
Alicia durmió al raso fue ese fin de semana en la Vega de Urriellu,
camino del pico, situado en pleno Parque Nacional de los Picos de
Europa.
La pequeña montañera, de 15 kilos de peso, portó casi 2,5 de material
durante el ascenso y escaló esta cumbre por la vía Directa de los
Martínez. «Para ella fue como un juego, algo natural aunque es
consciente de que ha hecho algo significativo», explica su padre y
mentor.
«Si eres capaz de subir allí arriba, podrás hacer todo lo que te
propongas», le dijo su progenitor sin soltarla un momento. No era la
primera vez que Alicia se enfrentaba a una montaña, porque desde hace
dos años frecuenta con sus padres, amantes de la escalada, el Faro de
Budiño y O Galiñeiro. «En agosto escaló el espolón oeste de Peña Ubiña y
fue cuando pensé en intentar el Picu Urriellu [Naranjo de Bulnes],
porque es una pared de referencia para la comunidad de los escaladores,
muy popular», explica el padre.
La familia se puso en camino el primer sábado de septiembre. Alicia
hizo también a pie la ruta entre Collado Pandébano y Vega de Urriellu y,
tras un merecido descanso hasta el lunes, a cielo abierto, emprendieron
la subida. «Escogimos la vía sur para minimizar riesgos, porque es la
más protegida y no había gente. Yo iba delante y llevaba las cuerdas de
Alicia y de mi mujer, Elena», señala Alfonso. No fue un camino de rosas,
pero consiguió escalar la cara sur del pico junto a sus padres en
cuatro largos de vía. Hubo momentos de desánimo en el que las fuerzas de
Alicia flaquearon. «Perdona cariño, pero así aprenderás muchas cosas»,
le alentó su madre durante el ascenso.
«Lo más duro no es tanto el desnivel como la pared en sí, que es muy
vertical, hay que usar mucho las manos», advierte el padre, que también
se inició muy joven en la escalada y tiene una foto ascendiendo Pena Corneira con tres años.
«Alicia subió bien, se cansó a veces y quiso bajar, pero enseguida remontó», recuerda el progenitor. Ni él ni su mujer y, a juzgar por lo que cuenta, tampoco la pequeña aventurera, olvidarán la hazaña.
«Me subí allá arriba y veía todo. Las casas y los pueblecitos
parecían muy pequeñitos. No pasé ningún miedo», dijo a La Voz la pequeña
gran escaladora. Aquel día le sobraban las palabras. «Al llegar a la
cima dijo muy despacio, casi en sílabas, y varias veces seguidas: No me
lo puedo creer. Estoy soñando papá», recordaba ayer la familia en su
casa de Tui. «Nuestra prioridad no era coronar el pico, era el
aprendizaje del ascenso. A ella le gusta hacer un montón de cosas y dice
que quiere ser olímpica, y nosotros queremos que aprenda lo que cuesta
esforzarse por algo y que crezca en valores como la humildad y el
respeto a la naturaleza. También queremos que aprenda a luchar por sus
objetivos superando los miedos», valoran sus progenitores, que ultiman
una escapada a Los Galayos. «Alicia es menuda, pero ya no es pequeña. La montaña la ha hecho grande», añade su orgulloso padre.
DdA, XIII/3364
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