sábado, 30 de julio de 2016

JOSÉ MENESE: ADIÓS A UNA GRAN VOZ DEL CANTE



Qué hermosa es la libertad
y algunas veces cavilo
que siendo cosa tan grande
esté pendiente de un hilo.
José Menese/Fernando Moreno Galván


Félix Población

Hijo de un zapatero morisco, José Menese se inició en el cante como zapatero remendón. Lo conocí en 1975 en Madrid. Fue mi primera entrevista como profesional del periodismo, que luego tuve problemas para publicar. Hablamos en su casa, un modesto piso de un barrio periférico que ahora no recuerdo. Daría algo por tener ante mis ojos el texto de aquella interviú, que quizá no se dio a conocer íntegramente. Yo me había documentado muy a fondo y él me agradeció ese interés con más de dos horas de charla y su primer gran éxito: el disco de su actuación en el Olimpia de París, donde por primera vez se pudo escuchar una voz flamenca.

Lo acabo de escuchar en su memoria, una vez conocida la noticia de su muerte en Sevilla, a los 74 años de edad. A Menese se le recordará siempre por ser uno de los cantaores que combatió contra la dictadura franquista con su arte. Soleares como "Señor que vas a caballo / y no das los buenos días, / si el caballo cojeara / otro gallo cantaría, o seguiriyas como "Qué doló de pueblo, / lo que ha soportao, / golpes y golpes y más golpecitos / en el mismo lao" fueron acogidas con gran entusiasmo por quienes compartían la necesidad de poner fin al régimen de 1939.
El cantaor fue militante del Partido Comunista hasta el fin de sus días, según leo.

José Menese, sin embargo, no fue un heterodoxo del cante, pues si bien empleó otra literatura para las letras de algunas de sus canciones, mantuvo a toda costa la fidelidad melódica, consciente del legado que le dejara Antonio Mairena, cuya escuela siguió. Eso le permitió permanecer y consagrarse como uno de los cantaores más brillantes de las últimas generaciones, por encima de su etapa de cantaor reivindicativo.

Menese formaba parte del grupo de magníficos cantaores que irrumpió con fuerza en la década de los sesenta, entre los que cabe destacar a Juan Peña El Lebrijano -recientemente fallecido-, Antonio Fernández Díaz Fosforito, José Sánchez Bernal Naranjito de Triana, Antonio Núñez Montoya El Chocolate, Antonio Cortés Pantoja Chiquetete y al más conocido y desgarrado de todos ellos, José Monje Cruz Camarón de la Isla.

José Menese nos dejó como valioso legado una treintena de discos, entre los que se incluyen sendos homenajes a Miguel Hernández y a los poetas del llamado Siglo de Oro, en este caso caso bajo el título A mis soledades voy, de mis soledades vengo, grabado en 2005. Al gran cantaor lo encontraron muerto a primera hora de la madrugada, en la piscina de su casa. Valen para él, como para los grandes del cante, aquellos versos de Federico García Lorca, a quien tanto admiraba:


Cuando yo me muera
enterradme con mi guitarra
bajo la arena.
Cuando yo me muera,
entre los naranjos
y la hierbabuena.
Cuando yo me muera,
enterradme, si queréis,
en una veleta.
¡Cuando yo me muera! 

SE FUE EL ALMA DEL CANTE GRANDE
Manuel Bohórquez
La última noticia que tuve de José Menese fue que lloró amargamente la muerte de Juan el Lebrijano, su compañero, su hermano. Nadie hacía sospechar, si acaso la familia y sus más allegados, que él sería el próximo de una racha maldita. Se ha muerto José Menese y casi no lo creemos, aunque era conocida su precaria salud. Otro grande que se nos va, otra figura gigantesca del arte del cante jondo, otro puntal del cante de verdad. Esto es una tragedia, una especie de maldición sin que sepamos por parte de quién o de quiénes. José Menese era un dios del cante grande, una de las pocas columnas que le quedaban. Parecía indestructible y acaba de partirse en mil pedazos, dejándonos huérfanos de una de las voces más impresionantes de la historia del flamenco, un eco gordo, sin adornos superfluos, que cantó como nadie la verdadera copla de queja, de dolor de un pueblo, el andaluz. No quiero ni pensar cómo habrá amanecido hoy La Puebla de Cazalla, su pueblo, donde siempre lo han adorado, con sus defectos y sus virtudes. Ha muerto José Menese y con él se nos va algo más que un cantaor: se nos ha ido el alma misma del cante, el pellizco que lo engendró y la pena negra que lo hizo grande.  
EL CORREO DE ANDALUCÍA 



  DdA, XIII/3329

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