Lazarillo
Es de celebrar, especialmente para este Lazarillo -que aprendió a leer periodismo en La Voz de Asturias-, la recuperación de la cabecera de este periódico, que estará de nuevo en la calle -esta vez en formato ditigal- en los próximos días. Lamenté mucho en su día que se viniera abajo, hace cuatro años, y tengo para mí -a juzgar por el equipo directivo que reflota el medio, proveniente de la vieja Voz y del digital Asturias 24 en el que tengo el gusto de colaborar- que la renovada Voz de Asturias va a dar voz de verdad a un periodismo crítico e independiente, que falta le hace a aquella región. Para abrir boca, sus impulsores están difundiendo estas fechas una serie de noticias, reportajes y entrevistas, entre las que destaco la que se le hace a mi estimado y nonagenario colega Lorenzo Cordero, director que fue de La Voz y uno de los más reputados periodistas asturianos de las últimas décadas, de quien acabo de leer El rojo color de la memoria (Ed.Trea, 2014). La interviú me sirve para resaltar este fragmento, a tener en cuenta después de que el actual secretario general del Partido Socialista dijera que al PSOE le basta con cuatro letras para nombrar a su partido:
Es de celebrar, especialmente para este Lazarillo -que aprendió a leer periodismo en La Voz de Asturias-, la recuperación de la cabecera de este periódico, que estará de nuevo en la calle -esta vez en formato ditigal- en los próximos días. Lamenté mucho en su día que se viniera abajo, hace cuatro años, y tengo para mí -a juzgar por el equipo directivo que reflota el medio, proveniente de la vieja Voz y del digital Asturias 24 en el que tengo el gusto de colaborar- que la renovada Voz de Asturias va a dar voz de verdad a un periodismo crítico e independiente, que falta le hace a aquella región. Para abrir boca, sus impulsores están difundiendo estas fechas una serie de noticias, reportajes y entrevistas, entre las que destaco la que se le hace a mi estimado y nonagenario colega Lorenzo Cordero, director que fue de La Voz y uno de los más reputados periodistas asturianos de las últimas décadas, de quien acabo de leer El rojo color de la memoria (Ed.Trea, 2014). La interviú me sirve para resaltar este fragmento, a tener en cuenta después de que el actual secretario general del Partido Socialista dijera que al PSOE le basta con cuatro letras para nombrar a su partido:
"Les molestaba [se refiere al PSOE de Felipe González] entre otras cosas, fíjate tú, que los tildara en mis
columnas de socialdemócratas en lugar de socialistas. También que
siempre escribiera ps(o)e, metiendo entre paréntesis la o de Obrero; o
que me refiriera a ellos como Partido Socialista de la Omelette
Española. Los llamaba así por el mote que tenía el grupo liderado por
Felipe González del que Henry Kissinger había dicho a Helmut Schmidt, el
presidente de los alemanes, que había que tutelar después de que
mataran a Carrero Blanco: clan de la tortilla. Me negaba a llamar
partido obrero al psoe de Felipe. De obrero no tenía nada: era una
impostura total. Felipe había cogido las siglas del partido de Pablo
Iglesias y lo había convertido en lo que es hoy: un partido
interclasista, el ala izquierda de la burguesía y la derecha del
movimiento obrero, como decía Poulantzas, un escritor griego que murió
hace ya muchos años, en 1979: tiró todos sus libros por una ventana y
luego se tiró él. Bueno, yo decía todo eso del psoe en mis artículos, y
cuando Felipe montó aquello de la reconversión industrial decía que
aquello no era reconversión, sino desmantelamiento, y todo eso los hacía
rabiar. Me odiaban los franquistas por un lado y los supuestos
socialistas por otro. ¡Socialistas! De socialistas tenían tanto como yo
de arzobispo de Oviedo. Socialistas y de las jons… Al final consiguieron
lo que no había conseguido el franquismo en años de persecución por
arriba y por abajo: hundir el periódico. A mí, desde luego, no me fue
mejor en la supuesta democracia que en la democracia orgánica de
Cerillito [Franco]".
DdA, XIII/3269
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