sábado, 12 de marzo de 2016

¿PATRIA? ¿QUÉ PATRIA?

  Antonio Aramayona
 Ya no pienso en términos de “patria”, me he renunciado como “patriota”. Patria es, según el Diccionario de la RAE, “tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos. Y ese es mi problema: mi única tierra natal que considero aceptable es la Tierra, pues los ordenamientos nacionales son solo circunscripciones convencionales que siglos ha unos cuantos ricos y poderosos concertaron entre sí. Como ser humano, mis vínculos afectivos son iguales con todos los seres humanos por igual, y no entiendo por qué el pirenaico valle de Tena está más vinculado a un aragonés que a un gallego o a un ugandés. Tampoco acierto a comprender por qué la necesidad de energía eléctrica de un hombre pobre de mi vecino barrio de Torrero me concierne más que la necesidad pura y dura de comer algo, aunque no sea todos los días, de una nigerina o un paquistaní.
Continúa el Diccionario de la RAE diciendo que “patria” es el “lugar, ciudad o país en que se ha nacido”. Yo he nacido como cualquier otro ser humano abriéndome paso entre las angosturas de la pelvis de mi madre, sola o con el auxilio de una comadrona o una partera, y he acabado llorando y temblando como como cualquier otro niño de este planeta en que me he visto existiendo al cruzar el umbral de la conciencia.
Antes me sentía zaragozano, aragonés, español más que oscense, catalán o francés. Hoy me duele el ser humano y me duele estar en un lugar donde la mayoría vive bien porque en otros muchos lugares de la Tierra apenas se sobrevive.
Causa y efecto. Sistema desequilibrante que mueve permanentemente a un desequilibro siempre creciente.
60 personas en el mundo poseen la misma riqueza que la mitad del resto de los seres humanos (unos 3.500 millones de seres humanos). 800-900 millones de seres humanos pasan hambre cada día, cada 5 segundos un niño menor de 10 años muere de hambre, cada día se mueren 25.000 personas por causas relacionados con el hambre, cada medio minuto mueren de hambre entre 8 y 10 personas… ¿Por qué ese hombre que acaba de morir tiene menos importante que mi hermano? ¿Por qué ese niño es menos importante que mi nieto?
Me he ido (alguna fuerza me ha arrancado) del concepto de que la patria es lo que importa. Estoy forzosa y libremente expatriado. Vivo fuera de mi patria, soy un expatriado, porque no tengo otra patria que ese espacio cuasi infinito donde flotan dinámicamente el polvo de millones de estrellas deshechas y aún por hacer, el polvo de las estrellas de donde procedo y proceden por igual todos y cada uno de los seres humanos.
Trazan líneas y surgen fronteras. Pintan de distinto color el área del planeta que han decidido llamar país o región o barrio. Se reparten la riqueza de esos territorios. Montan guerras para hacerse con las riquezas ajenas. Mientras, el pueblo pasa hambre, cuando no hambruna. ¿Que qué pueblo? El mío, mi pueblo, mi único pueblo, la Tierra toda. Hermanos, hermanos míos, todos, todos.
¡Guerra! clamó ante el altar
el sacerdote con ira;
¡guerra! repitió la lira
con indómito cantar:
¡guerra! gritó al despertar
el pueblo que al mundo aterra;
y cuando en hispana tierra
pasos extraños se oyeron,
hasta las tumbas se abrieron
gritando: ¡Venganza y guerra!
La virgen, con patrio ardor,
ansiosa salta del lecho;
el niño bebe en su pecho
odio a muerte al invasor;
la madre mata su amor,
y, cuando calmado está,
grita al hijo que se va:
"¡Pues que la patria lo quiere,
lánzate al combate, y muere:
tu madre te vengará!"
Bernardo López García, Oda al Dos de Mayo

DdA, XII/3237

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