sábado, 14 de noviembre de 2015

PARÍS 13-N: EL ENEMIGO INVISIBLE


Ana Cuevas

A escasas horas de los trágicos atentados en París la comunidad internacional se encuentra en estado de shock. Los españoles hemos sufrido un trágico dejá-vu al recordar a otras víctimas inocentes que un ominoso 11 de marzo fueron el blanco del fanatismo irracional del yihadismo. Entonces, pese a las insidiosas y manipuladoras acusaciones del gobierno del PP, se demostró que nos enfrentábamos a una escala del horror que superaba a la de los asesinos etarras. A una clase de criminales que estaban dispuestos, literalmente hablando, a morir matando y llevarse por delante el mayor número de víctimas posibles. Los hombres que la noche del viernes perpetraron una carnicería simultánea en las calles parisinas sabían que iban a morir. Han sido programados para ello. Un lavado de cerebro del que no escapan muchachos y muchachas occidentales con educación y sin ningún antecedente delictivo. La consigna estaba en los gritos que realizaron mientras acribillaban a la gente con sus fusiles de asalto: ¡Alá es grande!
El poder de ISIS para captar adeptos a su diabólica causa se ha multiplicado gracias a las redes sociales." Los caballeros solitarios de la Yihad", como les gusta autodenominarse, son un nuevo fenómeno que ha surgido de internet. Un arma de incalculable valor para conseguir los objetivos de proselitismo del grupo terrorista. El perfil podría encajar con el de jóvenes inadaptados que encuentran un vínculo emocional en los foros o chats de internet. Sin embargo, algunos de los que son detenidos por la policía, presentan unas características de integración social, laboral y familiar que rompe todos los esquemas. No resulta sencillo identificar a un potencial terrorista. El enemigo se vuelve invisible actuando como una cédula dormida que se activa siguiendo órdenes o por iniciativa propia.
Los refugiados que se agolpan en las descarnadas fronteras europeas pueden hacer una crónica meridiana del tipo de terror que supone la amenaza de ISIS. Ellos llevan años siendo rehenes de estos psicópatas que justifican sus actos argumentando que siguen el mandado de un Alá cruel y sanguinario. El pueblo sirio está siendo masacrado sistemáticamente por la misma banda de asesinos "iluminados" que atentó en Madrid y París. Y nuestra respuesta sigue siendo mezquina y cicatera para atender esta grave emergencia humanitaria.
Los atentados yihadistas en Europa nos causan gran conmoción. Pero solo son pinceladas del horror permanente que padecen los ciudadanos de los países que están sometidos a la sinrazón de los talibanes que impulsan la guerra santa para imponer una versión gore del Corán a todo bicho viviente. En la historia de la humanidad se ha matado más gente en nombre de los dioses que por otros motivos. Dioses coléricos que reclaman sacrificios humanos para engordar su ego omnipotente. La moderna Yihad no necesita carros de fuego ardiendo o apariciones celestiales para difundir su mensaje de odio. Ahora tienen accesibilidad a cualquier parte del planeta gracias a los tentáculos de internet. Un milagro tecnológico del maligno que ponen al servicio de su desquiciado Alá.
Hace poco leí en algún sitio que frente al innumerable rimero de matanzas que la humanidad había llevado a cabo en nombre de uno u otro dios, no existía constancia de ninguna guerra que se hubiera hecho en nombre del diablo. ¿Acaso apostamos por el líder equivocado?
Intentando sobreponerme a la nausea por los atentados en la capital francesa, prefiero quedarme con la imagen de esos ciudadanos que cantaban La Marsellesa mientras desalojaban el campo de fútbol. Toda mi solidaridad con los hermanos franceses. Tampoco me olvido del pueblo sirio. No puedo ni debo hacerlo.  Ojalá llegué pronto ese día de gloria en el que podamos librarnos de todas las tiranías, divinas y humanas, para que la libertad, la igualdad y la fraternidad entre los pueblos puedan germinar. Aunque yo no lo vea.
 
DdA, XII/3130

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