jueves, 26 de noviembre de 2015

EL ESCUPITAJO DE BENZEMA Y EL CACHEO DE NIÑOS EN EL BERNABÉU

 Félix Población

Me acaban de contar que a un niño de siete años, devoto del Real Madrid y espectador por primera vez en directo de un partido contra el Barcelona en el Bernabéu como el de hace días, le cachearon detenidamente antes de acceder al estadio, como si la autoridad competente lo considerase uno de esos niños palestinos demonizados por el estado de Israel. Como conozco al niño y su aspecto es el que cabe presuponer por su edad y condición, me parecen ridículas unas normas de seguridad que llegan a ese extremo, por mucho que sea el grado de alarma que haya expandido la terrible masacre de París.

Algo así me inspira la consideración de la eurodiputada francesa de ideología conservadora Nadine Morano. Estima esta señora que cuando el futbolista franco-argelino Karim Mostafa Benzema escupió tras la escucha del himno nacional francés, antes del aludido partido, tal actitud constituyó “una muestra de desprecio y un insulto a las víctimas, a sus familias y a la nación entera”. Se conoce que la tal Nadine no ha visto muchos partidos de fútbol o, lo que es peor, se ha dejado llevar antes por el prejuicio racial  que por lo que es una actitud bastante común entre los jugadores.

La imagen se pudo ver a través de las cámaras de televisión que difundieron el encuentro a no sé cuántos millones de espectadores en todo el mundo. Los abogados del jugador indicaron que está "extremadamente sorprendido por la interpretación que se ha hecho de ese acto, en general banal, practicado por todos los futbolistas del mundo". Quienes frecuenten los estadios de fútbol saben que esta apreciación es cierta, pues si no todos sí es frecuente que bastante jugadores no tengan reparo en soltar el gargajo sobre el césped, algo que no ocurre en ningún otro deporte. ¿O alguien se imagina ese hábito en una cancha de baloncesto, balonmano o fútbol sala?

En ocasiones, como le ha ocurrido a Benzema en tan solemne circunstancia como la de homenajear a las víctimas de los atentados de París, la cámara tiene incluso la indiscreción de filmar el escupitajo en primer plano, lo que a mi juicio hace aún más repulsivo el efecto, aunque siempre lo sea en cualquier caso y no parezca que importe ni a quienes regulan ese deporte ni a quienes compiten sobre el terreno de juego.

Estoy convencido de que la señora Morano se ha pasado en su apreciación y que el gargajo de Benzema obedece más a una sucia costumbre que a una ofensa impensable a las víctimas del terrorismo yihadista. La eurodiputada no debería haber contribuido con sus palabras al grave riesgo de sembrar islamofobia. Como tampoco los servicios de seguridad del Bernabéu  deberían haberse extralimitado cacheando a un niño de siete años, devoto del Real Madrid, que acudía al estadio por primera vez en un día en que lo más importante era cumplir ese sueño y hacerlo contra el máximo rival de su equipo.

DdA, XII/3140

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