Un divorcio a las bravas, sin juicio ni
juez, ni ley que lo ampare; un intento más de fomentar un cisma que
parece no tener fin; una huida hacia ninguna parte, en un alocado
camino que parece no tener retorno
Fernando de Silva
El
gobierno de la nación y los independentistas catalanes se han puesto
definitivamente de acuerdo para mantener una insoportable beligerancia,
que se convertirá en un argumento central de las próximas elecciones
generales, al que se apuntarán todos los partidos con su particular
lectura de los hechos. Con tal de conseguir votos se mantiene el combate
cuerpo a cuerpo, lo que corrobora que poco les importamos los
ciudadanos, que somos, al fin y al cabo, quienes les mantenemos en el
poder y les pagamos el sueldo.Con
argumentos falaces, y sin tener en cuenta que el 52% de los catalanes
no han votado sus opciones, y sin gobierno que les gobierne, Junts pel
Sí y la CUP ya han aprobado en el Parlamento catalán su peculiar
declaración de independencia. Un divorcio a las bravas, sin juicio ni
juez, ni ley que lo ampare; un intento más de fomentar un cisma que
parece no tener fin; una huida hacia ninguna parte, en un alocado
camino que parece no tener retorno.
Pero
a todo este desaguisado independentista ha contribuido, de forma
determinante, el autismo de Rajoy, incapaz de afrontar la situación con
diálogo y democracia, escondido cobardemente detrás de las leyes, los
jueces y el Tribunal Constitucional. ¿Alguien se podía imaginar una
situación así hace cuatro años?; pues Don Mariano lo puede apuntar en su
"haber", como su mayor logro "político". Y el PP, con su consciente
obstinación en crear enfrentamientos con los catalanes cuando no los
necesita para gobernar, se ha convertido en un fabricante de
independentistas.
Pero
este conflicto tan recurrente, que sirve para que no se hable de lo que
importa realmente al ciudadano y para tapar la corrupción de unos y
otros, ya resulta insoportable, e incluso algunos medios de comunicación
buscan otras noticias mas relevantes para abrir sus informativos.
Porque escuchar a Mas y a Rajoy todos los días, durante meses, diciendo
lo mismo, se hace soporífero.
¿Todo
esto tiene solución? Puede que sí, puede que no. Pero, por favor, que
acabe cuanto antes. Los ciudadanos no nos merecemos esto; aunque no hay
mal que por bien no venga, y el Intermedio de El Gran Wyoming, con su
peculiar manera de contar la actualidad, parece que está batiendo
récords de audiencia. Al menos nos queda el sentido del humor.
DdA. XII/3127
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