Félix Población
Ya sabemos que quien quiso ser
lideresa hasta su reciente muerte política, tuvo a bien presentarse a un
concurso periodístico en el diario ABC que había sido convocado poco menos que
a su medida. No tuve el disgusto de leer su artículo, titulado “Toros” -así,
groso modo-, pero me da que si no ha sido capaz de ir más allá en el titular,
los cinco mil euros del premio tenían programado su destino más por la autoría
que por el contenido.
PS.- Ojo al título de la nueva sección de doña Espe: "La verdad". ¡Para qué andarse con chiquitas!
ESPERANZA EN EL PAÍS DE LOS SOVIETS
Emilio Gancedo
Este
espectáculo, esta comedieta grotesca como de sainete o vodevil, es lo
que le faltaba por ver al país, que asiste incrédulo u ofendido o con la
sonrisa torcida tras mucho tiempo viendo a los mismos pajarracos
aletear en los estrados. Hay carreras por los pasillos. Declaraciones
acaloradas y a deshora. Amagos y esparavanes. Señoronas y patricios se
rasgan las vestiduras y esbozan gestos dramáticos ante el patio de
butacas, pretendiendo componer el último acto de una función magnífica, y
de ahí los intentos de frasear a lo grandioso, «aparta de mí ese
cáliz», «¿tú también, hijo mío?», «mi reino por un caballo», y todo así.
Pero los actores son malos y parlan a destiempo, y el respetable
bosteza, y la opereta resulta todo menos creíble. En esta compañía de
barraca los hay que nunca gutaron ni pronunciaron una palabra más alta
que otra, y a quien como mucho se les ofrecía papeles de pastor con
zurrón, y que ahora, embozados en la legitimidad de su mayor número de
papeletas, sacan los pies del tiesto y se atreven a acusar al patrón de
negligente, ofreciendo imagen de alcalde de Zalamea peripatético. Otras,
gorgonas o plañideras, hacen lo posible por plantarse al borde del
precipicio y apuntan con el dedo a un apocalipsis más que próximo,
entresacando frases del 36 o de antes incluso, sin advertir la vergüenza
torera que causan, llegando a los extremos intolerables de comparar
partidos democráticos con organizaciones criminales de escala genocida.
Gobierno de concentración, la democracia en peligro, soviets en los
barrios… términos desempolvados de los libros de historia con ánimo de
achantar a las gentes de bien aunque a algunos votantes eso de la URSS
les sonará, como mucho, a aventuras de Tintín. La derecha siempre tuvo
muy mal perder.
Y así van quedando todos retratados. La foto fija
es la de unos yonquis del poder que se han quedado sin sus cotidianos
chutes, y que encima atizan sin quererlo las calderas de las generales.
Qué miedo dan quienes tienen miedo. Ya lo dijo Brecht: «No hay nada más
fascista que un burgués asustado». Como el Club de la Comedia pero sin
Leo Harlem. (Diario de León).
DdA, XII/3019
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