El presidente de la más nefasta RTVE de los últimos cuarenta años
Félix Población
Como siempre que fracasa un programa en TVE, la
televisión pública que pagamos todos los ciudadanos, me siento doblemente
estafado en mi doble condición de contribuyente y profesional de la
comunicación. Consciente de que esto podría ser así, una vez más, no me perdí
el primer programa de Así de claro, ofrecido hace hace tres semanas y que
acaba de ser cancelado por no lograr los
mínimos de audiencia requeridos, muy al contrario de lo que ocurre con los espacios de este mismo tipo que se ofrecen en los canales privados.
Si la media de La Uno está en un diez por ciento, el espacio dirigido por Ernesto Sáez de Buruaga apenas supero el cinco por ciento de cuota de pantalla. Era lo que cabía esperar de un programa de debate que, a diferencia de los emitidos en las televisiones privadas, mostró desde su presentación una flagrante carencia de pluralidad política, según el criterio de cualquier televidente mínimamente objetivo y denuncia expresa del consejo de informativos de TVE. Por esta razón, el consejo exigió tanto la cancelación de Así de claro como la dimisión o destitución de los directivos que aprobaron su contratación, contratación que faltó a la ley estipulada para los programas informativos, al haber sido verificada con una productora de carácter privado.
El consejo denunció asimismo el carácter sesgado de los tertulianos seleccionados, mayormente afines al partido en el Gobierno al que vota y seguirá votando -tal como manifestó públicamente- el presidente de RTVE. Los comentarios personales expuestos en esa misma línea por el supuesto moderador/presentador del programa, denotaron asimismo hasta qué grado de degeneración profesional puede llegar una televisión pública de carácter estatal, cuyo equivalente informativo/opinativo solo lo podríamos encontrar si nos retrotraemos a la dictadura.
Si la media de La Uno está en un diez por ciento, el espacio dirigido por Ernesto Sáez de Buruaga apenas supero el cinco por ciento de cuota de pantalla. Era lo que cabía esperar de un programa de debate que, a diferencia de los emitidos en las televisiones privadas, mostró desde su presentación una flagrante carencia de pluralidad política, según el criterio de cualquier televidente mínimamente objetivo y denuncia expresa del consejo de informativos de TVE. Por esta razón, el consejo exigió tanto la cancelación de Así de claro como la dimisión o destitución de los directivos que aprobaron su contratación, contratación que faltó a la ley estipulada para los programas informativos, al haber sido verificada con una productora de carácter privado.
El consejo denunció asimismo el carácter sesgado de los tertulianos seleccionados, mayormente afines al partido en el Gobierno al que vota y seguirá votando -tal como manifestó públicamente- el presidente de RTVE. Los comentarios personales expuestos en esa misma línea por el supuesto moderador/presentador del programa, denotaron asimismo hasta qué grado de degeneración profesional puede llegar una televisión pública de carácter estatal, cuyo equivalente informativo/opinativo solo lo podríamos encontrar si nos retrotraemos a la dictadura.
DdA, XII/3025
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