martes, 5 de mayo de 2015

MADRES Y PADRES DE LA PATRIA MUESTRAN SU PLUMAJE POLÍTICAMENTE MÁS CORRECTO

Ana Cuevas

Quedan pocos días para que los ciudadanos decidamos en las urnas el rumbo político que ha de tomar este país. Los partidos se visten de domingo y se esfuerzan en decirle a la gente lo que quiere oír. El fin justifica los medios.  Poco importa que para acceder a este fin, alcanzar el poder político, haya que mentir y traicionar la propia esencia ideológica (si es que se tiene).
Los clásicos, PP y PSOE, apelan al recurrente: más vale malo conocido... Aconsejan a la gente que se aleje de los experimentos que se han abierto paso a codazos en su patio particular bipartidista. Para qué dejar en manos de aficionados algo en lo que ellos han demostrado ser profesionales (estafar y mentir a este pueblo), parecen argumentar.
Las nuevas formaciones políticas que despuntan están tan obsesionadas con su asalto celestial que no dudan en metamorfosear su primigenia naturaleza a gusto del respetable. La izquierda y la derecha se cubren con un pasamontañas para no ofender las sensibilidades de las mayorías. Los principios se vuelven dúctiles y maleables a criterio del consumidor, osea del votante.
En medio de esta mascarada, El Follonero entrevista al anarquista octogenario Lucio Urtubia.  Lucio explica la trayectoria vital que le abocó al anarquismo y la acción directa. El falsificador que puso en jaque al banco más importante del mundo en los setenta decía no poder identificarse con una tierra en la que solo había conocido miseria, crímenes e injusticias. ¿Cómo se puede sentir amor por una madre que te maltrata y mata de hambre?
Lucio no podría aparecer en las listas de ninguna de las pujantes formaciones políticas. Ni de las nuevas ni de las viejas. No es precisamente un tipo políticamente correcto y su discurso se aleja de la anhelada convergencia social recomendable para ganar unas elecciones. "Deserté por ladrón- admite Lucio-  pero qué placer robar a esta patria de imbéciles".
Algo así habrán pensado otros que han saqueado los bienes más preciados de nuestra sociedad como la educación o la sanidad. ¡Qué placer robar a esta patria de imbéciles!. Pero nunca lo van a expresar con la sinceridad de Lucio. Además hay un matiz que diferencia a un delincuente de los otros. Lo establece el propio Urtubia: "El crimen no es hacer y fabricar dinero, el crimen es quedártelo para tí" Lucio falsificaba dinero para  desestabilizar un sistema que considera su enemigo. No tiene cuentas en Suiza ni pelos en la lengua. Y a sus 84 años está convencido de que no habrá ningún cambio, ni con Podemos ni con nadie, mientras no asumamos nuestra responsabilidad todos los seres humanos.
Para asaltar los cielos se necesita algo más que una impoluta corte de Arcángeles Glaciales. La responsabilidad debe germinar entre las personas corrientes. Lucio mantiene que uno es lo que es por lo que hace, no por lo que dice. 
En estos días, las madres y los padres de la patria, muestran su plumaje más políticamente correcto. Dan botes a la diestra y la siniestra tratando de captar la atención del mayor número de imbéciles para su causa. Lo difícil es averiguar si su causa coincide con la nuestra, la de los imbéciles de la patria. Las víctimas de una crisis-estafa que hemos visto como se dinamitaban nuestros derechos sociales y laborales apelando a patrióticos sacrificios. Por un renacer financiero que permita a los patriotas de primera mantener su fortuna lejos del fisco y, a la par, seguir mamando de las paupérrimas ubres del estado. 
Dicen que la aceptación de los problemas es el primer paso hacia la curación. Asumir nuestra estulticia borreguil (que nos pone en manos de bucaneros y bandidos) no suena políticamente correcto pero puede ser el punto de partida para sanear esta sociedad. Para dejar de ser una patria de imbéciles. Esa es nuestra responsabilidad.

DdA, XII/2995

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