jueves, 27 de noviembre de 2014

DESPIERTAN LOS SENTIDOS/ QUEDANDO A LO DEMÁS AMORTECIDOS


Alicia Población

Es realmente difícil expresar lo que te hace sentir la música solo con palabras.
En realidad toda forma de arte es difícil de explicar solo con palabras, pero en concreto la música es un arte que te entra muy dentro, tan directo al alma que es perceptible con apenas un roce; y las caricias del alma son realmente inexplicables.
A pesar de todo me entran ganas de explicar lo que se siente aunque solo sea para dejar constancia de ello, y sabiendo que un 80% quedará fuera de todo intento descriptivo.

De pequeña me hablaban de tocar metido en tu burbuja; yo no lo entendía. Seguía saliendo al escenario cada vez más nerviosa y con temblor hasta las pestañas. Ya no solo, por supuesto, no creaba ninguna burbuja sino que me daba la sensación de que el sonido huía de mi cuerpo y del de mi violín por cada nota que tocaba. Pero el otro día por fin lo entendí. Entendí que crear una burbuja es agarrar el sonido, suavemente, sin forzarlo, cogerlo de la mano, besarlo, abrazarlo, seducirlo y al fin fundirte realmente con él. Una burbuja es un campo de fuerza que se crea a partir de esa fusión. Un campo de fuerza en el que te sientes invencible, en el que estás completamente segura y eres consciente de que solo existís el sonido y tú.
Hacer el amor con el sonido, eso es lo que se siente. Desde los preliminares hasta el clímax más absoluto. Estar ahí delante y sentir que poco a poco vas camino de un instante en el que te haces eterno. Y sientes eso, ya no existe nadie. Es entonces cuando empieza a surgir la burbuja, a crearse conforme vas vibrando.
Cada armónico suena en cada uno de los huesos de tu cuerpo, como si el instrumento fuera un apéndice, una parte más de ti. Llega un momento en el que el tiempo parece ir más despacio y eres consciente de la excitación de cada poro de tu piel. Un momento en el que no eres tú, sino que sois un todo.
A veces entran ganas de llorar, porque el cuerpo parece que no puede abarcar dos almas tan grandes, o, según se vea, una sola aumentada casi al doble su tamaño. No son nervios lo que se siente, no, es pura excitación, una excitación similar a la que se siente al amar a alguien. Como dice la canción de Extremoduro, "ama, ama, y ensancha el alma" yo diría "toca, toca, y ensancha el alma". Eso es música, el ensanchamiento del alma. Y todavía se extrañan algunos de que se dé la vida por ella.

Encontré esa sensación otra vez justo anoche, esta vez en un bar con poca luz y mucha gente; pero esta vez la burbuja no partía de un solo cuerpo ni tampoco solo de un alma. Esta vez la fuerza que se creaba partía de cuatro almas cada vez más grandes. Almas que resonaban la una en los armónicos de las otras cada vez que un sonido se desprendía de sus cuerdas. 
A veces cerraba los ojos y sentía cómo era flotar dentro de algo que la gente que nos miraba no podía comprender.

Cuando acabamos, con los ojos vidriosos, no hicieron falta palabras, sabíamos que esta vez el verbo quedaba relegado a un segundo plano. Solo nos sonreímos y sentimos como el campo de fuerza que había creado nuestro instante eterno se iba deshaciendo al compás de los acalorados aplausos.
Entonces fue cuando valieron la pena los llantos, los gritos, las discusiones, las frustraciones, pero también las risas, las miradas cómplices y el trabajo bien hecho.

Es ahora cuando vale la pena el amor, el arte y la música.
Ahora y siempre.
Cordialmente. 

Nota de Lazarillo: Ya lo dijo nuestro buen vecino fray Luis de León, desde su dichoso estado (ni envidiado ni envidioso) en el humilde y ameno huerto cabe el Tormes, cuando glosó así la música del maestro Salinas:

"Aquí la alma navega
por un mar de dulzura, y finalmente
en él ansí se anega
que ningún accidente
estraño y peregrino oye o siente.
¡Oh, desmayo dichoso!
¡Oh, muerte que das vida! ¡Oh, dulce olvido!
¡Durase en tu reposo,
sin ser restituido
jamás a aqueste bajo y vil sentido!
A este bien os llamo,
gloria del apolíneo sacro coro,
amigos a quien amo
sobre todo tesoro;
que todo lo visible es triste lloro.
¡Oh, suene de contino,
Salinas, vuestro son en mis oídos,
por quien al bien divino
despiertan los sentidos
quedando a lo demás amortecidos!"

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Enhorabuena por Alicia, la música y la palabra la acompañen tan bien como hasta ahora.

TERE dijo...

Un besín, Ali, qué bien te seinto.

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