lunes, 24 de noviembre de 2014

¿ALGUIEN PUEDE IMAGINAR LA DESTITUCIÓN DE MONSEÑOR MARTÍNEZ?

Félix Población

Leo que en El Vaticano están preocupados ante la reiteración del papa Francisco en el uso del teléfono para reconfortar a sus fieles. Temen que podría darse el caso de que alguien trate de utilizar esa herramienta de comunicación en su nombre para marcar pautas políticas o ideológicas. Incluso hay analistas de la Santa Sede que consideran negativas las expectativas frustradas que puedan ocasionar esas llamadas entre aquellos creyentes que no las reciban. 

El caso es que, mientras los vaticanólogos debaten esta nueva modalidad de hilo directo entre el pontífice y sus feligreses, la doble contestación de Francisco al joven de 26 años que sufrió abusos sexuales por parte de sacerdotes de una parroquia de Granada para que los denunciase ante la justicia, ha sacudido la capital andaluza. Para el reputado teólogo José María Castillo, la actitud del papa comporta una intervención valiente, clara, firme, decidida y ejemplar, que Castillo no tiene duda en calificar de hito histórico.

El juez que instruye ahora el caso de los cuatro curas de Granada sospechosos de pederastia ha abierto una segunda línea de investigación para determinar la procedencia de los 19 inmuebles, chalés, pisos y locales, propiedad del clan llamado de Los Romanones (formado por 10 sacerdotes y dos seglares) en la capital y su área metropolitana. Algunos de estos inmuebles fueron utilizados para los abusos sexuales a los que supuestamente fue sometido, entre otros menores, el joven remitente de la carta al pontífice y donde glosa una adolescencia torturada por esas penalidades.

Con estos precedentes, monseñor Martínez, arzobispo de Granada, presidió su reciente misa semanal en la catedral de Granada en medio de la expectación que el caso ha despertado en aquella ciudad, dado que se encuentra en el centro de la polémica ante la circunstancia de que hubiera podido detener una investigación eclesiástica de los hechos cuando tuvo conocimiento de los mismos. Durante su alocución en la ceremonia, monseñor Martínez solicitó a los sacerdotes que oficiaban la misa se postrasen con él ante el altar "como en Viernes Santo", para así hacer más ostensible (un par de minutos) su petición de perdón.

Tras semejante puesta en escena, no me imagino que se pueda castigar, en este país nuestro, el conocimiento y ocultación de esos abusos por parte del prelado Martínez.  Tampoco que al papa Francisco no les baste con la postración del arzobispo ante el altar y que su actitud -valiente, clara, firme, decidida y ejemplar- pueda ser en la católica España la misma que aplicó  a monseñor Livieres Plano, obispo de Ciudad del Este (Paraguay), por encubrir a un sacerdote argentino acusado de pederastia. ¿Alguien puede imaginar a un papa destituyendo a un obispo español?


DdA, XI/2852

1 comentario:

Anónimo dijo...

La postración equivale al perdón, mira qué bien, y el papa se va a quedar con las ganas y con la hipcresía de lo que se llamada ha representado a la postre.

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