EL PARADO GARCÍA PIDE TRABAJO EN EL PARLAMENTO

Félix Población

Casi el mismo día en que nos enteramos, a través de una información del diario Público, de que el Ministerio de Empleo y Seguridad Social se gasta al mes casi cuatro mil euros en concepto de catering servido de viernes para sus altos cargos -según factura de la empresa suministradora-, un desempleado de Ronda llega al Congreso de los Diputados después de veintidós jornadas de andadura. El parado se llama Jesús Manuel García, lleva tres años sin trabajo y su hogar con dos hijos sobrevive gracias a los 300 euros que cobra su mujer por un contrato de media jornada, más otros 200 que recibe por hacer labores de limpieza.

Lo primero que ha hecho García, una vez ante las puertas del Parlamento de la nación, ha sido registrar una misiva dirigida al presidente de la Cámara Alta contando su caso y adjuntar a la misma su currículum, inútil hasta ahora para asegurar su porvenir y el de su familia. En la información difundida por los periódicos no consta que al desempleado García lo recibiera un representante del Gobierno, por bajo que fuera en el escalafón. Tampoco, que hubiera tenido ese detalle algún diputado del partido gubernamental, acaso por entender que el gesto podría ser interpretado como una concesión a la demagogia.

Ese papel tuvo a bien interpretarlo un diputado de la oposición, el socialista y facundo Antonio Hernando, al que suponemos capaz de prestar al parado García toda la amabilidad formal y formales palabras de estímulo que las circunstancias y larga caminata del visitante le habrán sugerido. Jesús Manuel García no esperaría tampoco otra cosa de un diputado, fuera cual fuera su ideario: una formulación sucesiva de formalismos convencionales y tal vez unas cuantas palmadas en el hombro en el momento de despedirse.

De lo que dijo el parado García a los medios, con motivo de su andadura hasta la sede parlamentaria, me quedo con una frase en la que anima a los cinco millones y medio de parados que soporta España a que hagan lo mismo que él, reclamando también trabajo en el Congreso de los Diputados. Estoy convencido de que si cada desempleado fuera consciente no solo de su personal circunstancia, sino de la aciaga expectativa que comporta para el futuro de nuestro país su caso, la iniciativa del parado García sería imitada y la capital del Estado se colmaría de toda esa multitud de ciudadanos -muchos de ellos jóvenes- a la que los sucesivos gobiernos están dejando sin proyecto de vida.

Porque lo que el parado García ha planteado ante el diputado Hernando no es únicamente trabajar, sino que su energía y la de cuantos como él se encuentran contribuyan a la del país, falto ahora de la vida que le aportarían todos esos millones de brazos y mentes parados.

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