viernes, 14 de enero de 2011

HAY QUE ROMPER LA CULTURA MACHISTA


Matilde Garzón Ruipérez

Recientemente, se ha celebrado en Salamanca un Congreso sobre Derechos Humanos, en el que uno de los temas principales ha sido el de la “Violencia machista” (de género, se dice). Se han abordado varios temas en relación con la “trata de mujeres”, el comercio internacional mafioso y subterráneo, la explotación y esclavitud sexual, las rutas de explotación, con referencias especiales a España y Brasil.

Causa sorpresa que el 39,9 por ciento de los españoles se declaran consumidores del comercio de la prostitución, frente al 13 % de Holanda y porcentajes similares de otros países de la UE. Y lo peor es que nuestros hombres lo declaran a los amigos, a la familia, como una gracia que causa risa. Tomar una mujer es tan banal como tomar una copa. Todavía es peor que este tema no se haya abordado por la sociedad y los gobiernos, siendo un país de destino y tráfico de la explotación sexual, y estando clara su relación con la violencia de género que tantas vidas se cobra cada año.

Ni hay estadísticas coincidentes ni se han investigado las causas, aunque la más clara parece ser la persistencia de la conciencia “machista” en muchos varones que consideran a su mujer un objeto de placer que les pertenece. Los brutales asesinatos de mujeres copan las incidencias de la violencia “de género” pero hay multitud de comportamientos machitas, que las mujeres siguen aceptando como naturales y muchas veces en detrimento de sus compañeras y amigas. Y esto sucede en las comunidades de vecinos, donde pobre de la mujer, sola y vieja; en residencias geriátricas, en el trabajo, en asociaciones, en las iglesias, donde a las mujeres no se las consulta nada, pero se las usa para limpiar los espacios parroquiales u otros menesteres en dependencia de los curas o de los hombres.

Para adquirir la talla de “humanos” tenemos mucho que andar hombres y mujeres, aunque la secular y dificultosa andadura de estas, les ha dispuesto mejor para avanzar en el proceso de humanización. Como dice Miguel Coppa “tanto el hombre como la mujer actuales llevan dormido lo femenino en su interior”.Y para que “lo femenino” aflore y se manifieste en el varón, este necesita cambiar de mente y costumbres ya que ha vivido una cultura de exaltación de “lo varonil”, de “dominancia”, de tomar a la mujer como un ser inferior y endiosarse como “creador”. No hace mucho bastantes profesiones eran exclusivas del varón.

Las mujeres sólo tienen que recuperar su autoestima, ejercer su libertad y romper la cultura machista establecida y aunque lo tienen más fácil, con todo, la mayoría no han descubierto todavía “lo genuinamente femenino”, pues han introyectado la imagen que el varón ha diseñado para ellas: darle gusto, atenderle, darle hijos, darle placer, ser su amante, su criada, su dulce esposa… Acatar y consumir con gusto sus “modelos” de la moda, del sexo. Muchas veces, creyendo ser más libre, la mujer se enajena más.

El “macho” es ya un ser en extinción, incluso atributos varoniles, que tanto se han exaltado, están en crisis y ello le produce cierta confusión en sus roles. Aceptar y descubrir lo “femenino”: saber compadecerse, tratar con dulzura a su familia, a sus compañeros de trabajo, a su esposa, dejar que salgan sus emociones, su llanto, compartir con la mujer los trabajos del hogar, de los hijo, aceptar que el trabajo de la mujer es tan importante como el suyo, a muchos les resulta todavía difícil, quizá porque sus amigos siguen siendo machistas. Pero “será en lo femenino donde el hombre y la mujer se encuentren, donde se fundan sus cualidades en una sola, donde se cojan definitivamente de la mano para construir un mundo diferente” (Coppa).

Hace unos años leí Mujeres que corren con los lobos, un libro de Clarissa Pinkola Estés que recomiendo para descubrir la mujer que llevamos dentro, casi enterrada por un exceso de domesticación. Sacudamos, mujeres y hombres, la pereza, rutina y conformismo que impiden descubrir nuestra autenticidad y encontrar así frentes a nuestro alcance para contribuir a recuperar la igualdad original de todas las personas.

1 comentario:

Folía dijo...

Estando de acuerdo, cómo no, en lo general, sin embargo veo un peligro seguir identificando lo femenino con la compasión, la dulzura, las emociones... Reivindico el derecho de las mujeres a mandar, a ser agresivas, duras, intransigentes, etc. tanto como cualquier varón. Que puedan ejercer de toreras o boxeadoras si les da la gana sin que su género añada espectáculo.
La lucha por la igualdad no es responsabilidad sólo de las mujeres sino de toda la sociedad, no vaya a resultar que nos merecemos lo que tenemos simplemente porque no luchamos lo suficiente.

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