jueves, 18 de abril de 2024

UN BIZCONDE HARÁ DE SU PALACIO UNA GRANJA EN ASTURIAS

Fachada principal de la casona de Entrago / Ignacio Muñoz

Fernando Romero 

El palacio de Entrago o de los condes de Agüera es sin duda el principal monumento histórico artístico de Teverga, junto con la colegiata. Su imponente presencia, antes de llegar a San Martín, nos recuerda quién mandaba en este territorio y a quien había que pagar las contribuciones: la temible Casa de Miranda, señores de horca y cuchillo. Dos de sus representantes esperan aún desde hace siglos recibir sepultura y sus momias se exponen en la sacristía de la colegiata de La Plaza. El pueblo no perdona. Posteriormente la propiedad de esta mansión pasó, por matrimonio, a manos de la familia Cañedo, condes de Agüera, título otorgado en el siglo XVIII por Carlos IV.

El dueño de la casona es hoy Diego Cañedo, biznieto de los condes. No heredó la propiedad sino que se la compró a sus primos y hermanos hace 15 años «porque lo que es de muchos no es de nadie. El tejado estaba fatal y la casa no tenía drenaje, y cada vez había más sobrinos y sobrinos nietos y nadie asumía la responsabilidad de invertir. Alguien tenía que tirar del carro y meter dinero para que no acabase como el palacio de Valdecarzana, también en Teverga y que hoy es una ruina», explica el actual propietario.

Inicialmente la propiedad tenía intención de orientarla para turismo rural, para vivienda vacacional, aunque finalmente, por problemas con los permisos, decidieron darle un giro. Ahora Diego Cañedo tiene otras ideas: «me interesa más el desarrollo como pequeña granja con venta de productos primarios: manzana sidrera, berro, ortigas, etc. «Este tipo de productos tiene mucho éxito fuera de Asturias. Por ejemplo, en Madrid se vende muy bien la manzana y la sopa de ortigas», explica.

El palacio de Entrago seguirá por tanto en manos privadas y no es visitable, recalcan desde la propiedad, que entienden que este tipo de edificios, catalogados y que forman parte del patrimonio histórico de Asturias deberían gozar de facilidades para que sus dueños se motiven a la hora de invertir, en referencia al impuesto de sucesión «que causa que verdaderas maravillas se arruinen».

La actual casona, tal como la conocemos hoy, comenzó a construirse en el siglo XVI. El primer elemento fue la torre de la izquierda que data de 1570 aproximadamente. Era una torre militar para defender el puente y las minas de plata. La nave central y la torre derecha fueron edificadas bastante más tarde, hacia 1650 y la zona posterior al palacio, en el siglo XIX. Todo el complejo se construye sobre una antigua fortaleza medieval de la que aún queda una torre redonda.

La torre circular primitiva medieval / D. Cañedo

Pero el interés de este espacio no es solo arquitectónico, pues dispone de unos jardines con ejemplares de secuoyas que se plantaron en 1904. «En la Guerra Civil Española entraron los dos ejércitos y dejaron la casa sin muebles y bastante destrozada» explica su actual propietario. Los sótanos de este palacio fueron utilizados también como calabozos en los que encerraban a los detenidos, según relató con gran lujo de detalles el historiador local Celso Peyroux.

También es muy llamativo el estanque. «Había truchas pero sabían a lodo» explica Cañedo quien resalta la belleza de este espacio, flanqueado por antiguas columnas dóricas de piedra arenisca que colocó allí su bisabuelo hacia 1909. El edificio principal se conserva completo con saeteras aveneradas flanqueando la puerta. Es una construcción de planta rectangular, con un cuerpo central flanqueado por dos torres cuadradas de mayor altura. La fachada posterior tiene adosada una edificación popular.

La Voz de Trubia  DdA, XX/5616

 

EL TRANVÍA DE JUAN ESTERLRICH


Iván Reguera

Juan Estelrich solo dirigió dos películas (el mediometraje ‘Se vende un tranvía’, de 1958, y el largometraje ‘El anacoreta’, de 1976) y fue ayudante de dirección, entre otras, de la maravillosa ‘El mundo sigue’. En principio, ‘Se vende un tranvía’ (está en FlixOlé) iba a formar parte de una serie que iba a titularse ‘Los pícaros’, pero fue cancelada. Influenciada por películas como ‘Rufufú’, estrenada el año anterior, tiene un gran reparto: José Luis López Vázquez, Antonio García Quijada, Luis Ciges, Chus Lampreave, José Orjas, María Luisa Ponte… qué actorazos había entonces. También cuenta con un cameo de Luis García Berlanga, que escribió el guion junto a su inseparable Rafael Azcona. Los dos lograron una especie de ‘El golpe’ pero en neorrealista y castizo y sin evitar la coña anticlerical cuando Lampreave ayuda a perpetrar una estafa en el banco de una iglesia y con mantilla. El tema principal de ‘Se vende un tranvía’ es la codicia, tanto por parte de la víctima como por parte de los timadores. Deliciosa.

DdA, XX/5616

CONTRA LA BARBARIE, LA NOVENA SINFONÍA EN LA PLAZAS DE EUROPA


Félix Población

A quienes no nos gusta la sociedad en la que vivimos ni mucho menos la sociedad en la que posiblemente vayan a vivir las generaciones que nos sucedan, nos sigue pareciendo indispensable que las voces de la cultura se junten con más vigor y amplitud que hasta ahora contra el oprobio de las guerras, con sus masacres y genocidios.

Cada vez que escucho música, ya sea a través de las voces más destacadas, los solistas más notables o formando parte de las grandes o pequeñas orquestas que ofrecen su repertorio en los teatros y auditorios del mundo, me siento tentado desde hace unos meses de enviarles un mensaje que, sólo en casos muy concretos, llego a escribir y mandar a quienes me ofrecen un perfil más proclive a asumirlos.

Lo hago porque, desde hace unos meses, soy incapaz de disfrutar con la misma concentración y placer de siempre de la música que me llega procedente de esas voces y esas manos. Esto es lo primero que les digo en mi sucinto mensaje, obedeciendo a mi personal sensación de inquietud y desasosiego que tiene su fundamento en lo que está ocurriendo en tierra palestina.

La otra frase alude a la perentoria necesidad y urgencia, por dignidad y en defensa del derecho universal humanitario, de que los músicos de Europa, al menos los músicos de la vieja Europa, hagan una convocatoria para concentrarse en todas las grandes plazas de las capitales de cada nación (Berlín incluida, donde se ha privado de la palabra a quienes se oponen a la masacre en la Franja de Gaza) para que se escuche multitudinariamente el clamor de la música contra el genocidio que se perpetra allí desde hace medio año y la posibilidad de nuevas barbaries en Oriente Medio.  

Creo que los más contrario a la barbarie es la música como creación artística, y lo más pertinente en esta ocasión sería que los músicos convocaran a su vez a las muchedumbres para tocar y escuchar la Novena Sinfonía de Beethoven, cuyos acordes sirven de himno a la Unión Europea que respalda y arma al Estado de Israel.

Me parece vital para una sociedad más justa, humana y solidaria que esa música suene en las plazas de Europa según el espíritu de fraternidad con el que fue creada. Los versos de Schiller y la música del gran compositor alemán deben estar siempre, como dijo nuestro gran poeta Federico García Lorca de sí mismo, asesinado en una guerra, del lado de los que no tienen nada y a quienes ni siquiera se les permite disfrutar de la nada que tienen en paz. 

Para la Unión Europea, con la patria de Beethoven a la cabeza, los palestinos y palestinos de la Franja de Gaza son los nadies que decía el escritor uruguayo Eduardo Galeano, que cuestan menos que la bala que los mata, muchas de las cuales proceden de los países de los que formamos parte como comunidad internacional.

Todas esas balas tienen por procedencia la de unos países convocados a la unión bajo los acordes de un himno en pro de la paz y la fraternidad entre los pueblos. Qué menos que ese himno suene una vez al menos en las plazas de Europa como reparación y protesta ante los 19.000 huérfanos, 8.000 viudas y 13.000 menores asesinados con esas balas por el Estado de Israel. 



      DdA, XX/5616     

miércoles, 17 de abril de 2024

ORTO Y OCASO DEL VIDRIO Y LA LOZA EN GIJÓN

 


A esta pieza, que se puede admirar en la estupenda exposición que se exhibe actualmente en el Palacio de Revillagigedo de Gijón bajo el epígrafe Orto y Ocaso. Vidrio y loza en Gijón, s. XVIII-XX, se la llamaba vaso de faltriquera o de balneario y pertenece a una tipología común a varias épocas ya que adopta todo tipo de decoraciones. Su denominación obedece a que se llevaban en el bolsillo o en la faltriquera durante los viajes. También lo acostumbraban a utilizar los cazadores para beber en fuentes y manantiales e igualmente lo utilizaban los clientes de los balnearios para tomar las aguas. Algunos se realizaban por encargo, ya que muchos de ellos tienen inscripciones de tipo particular, singularizados con iniciales, o como recuerdo de los lugares que se visitan como este caso.
Pertenece a la fábrica asturiana de vidrios "La Industria" (Cifuentes, Pola y Cía.), fundada en 1844 y ubicada en Gijón. La creación de esta firma se debe a un técnico suizo, Luis Truán, que se instaló en España y, a petición de Mariano Suárez Pola y Anselmo Cifuentes, la puso en marcha en Gijón para la producción en vidrio.
El tema de recuerdo de esta pieza es el puerto de El Musel. El nuevo puerto gijonés nace del impulso industrializador desarrollado a partir del segundo cuarto del siglo XIX en Asturias, basado en la siderurgia y esencialmente en la explotación de la hulla en las cuencas centrales de la región. La accidentada orografía regional dificultaba la comunicación con la Meseta, tanto por carretera como por ferrocarril, siendo la vía marítima la única capacitada para dar salida con garantía a los nuevos productos industriales, planteándose por ello la necesidad de un gran puerto comercial en la zona central debido a la proximidad de las minas y fábricas. En aquel entonces, el puerto de Gijón consistía en una pequeña dársena que se quedaba en seco en las bajamares, totalmente insuficiente para atender las demandas de la nueva situación económica. Después de varios proyectos y criticas de varios sectores de la burguesía gijonesa, se empieza a construir el nuevo puerto en la zona del Musel que no estará totalmente operativo hasta la primera década del siglo XX.

PALABRAS SENCILLAS QUE LLEVAN DENTRO EL ALMA DE LAS COSAS

 


Con mi gratitud al poeta Francisco Álvarez Velasco, que comparte esta página del libro "La sexta cuerda", de Manuel García, Madrid, Hiperión, 2014.

Y LA GENTE SE QUEDÓ EN CASA/ Y LEYERON LIBROS Y ESCUCHARON MÚSICA...



Félix Población

Quizá después de una pandemia cuyo balance fue el de millones de personas fallecidas, entre las que se encontraban sobre todo muchos de los ancianos que tuvieron que vivir en su país la gran masacre de las guerras y se vieron obligadas a luchar por su recuperación, estemos ahora ante la posibilidad de que estalle en Oriente Medio un conflicto armado cuyas consecuencias nadie se atreve a imaginar por poder ser quizá inimaginables. De nada sirvieron aquellas proposiciones de enmienda para nuestro planeta que se llegaron a razonar y exponer en aquel largo tiempo de internamiento que parecía propio de una película de ciencia-ficción. Hasta es posible que el mundo se haya desquiciado aún más desde entonces, como si aquel virus hubiese tenido más efectos de los descritos por la ciencia y hubiese reproducido en la conducta humana lo más negro de su historia. Como tal se ha de catalogar el retorno de los genocidios, como el que desde hace más de medio año sufre el pueblo palestino en la Franja de Gaza, el primero del siglo XXI, respaldado y armado por los países más poderosos de la Unión Europea a la que pertenece el nuestro. Hasta tal punto es así que en Berlín se ha prohibido estos días dar voz a los intelectuales y activistas que se oponen a esa brutal limpieza étnica, después de que la mayoría de los medios de comunicación se prestaran un mes antes a combatir la celebración de una conferencia sobre Palestina en la capital alemana.  Si a esto añadimos la posibilidad de que Israel, el Estado genocida protegido y armado por Estados Unidos y la Unión Europea,  se enzarce con Irán en un conflicto armado, podría existir el riesgo de que esta guerra se internacionalizara con resultados catastróficos de los que sólo el ser humano sería responsable, sin que de nada sirviera lo especulado filosóficamente para sanarnos y sanar al planeta cuando todo él se vio afectado  por una pandemia que dejó desoladas las ciudades y atestados los cementerios, y que quizá la escritora Kathlen O'Meara  pudo llegar a imaginar, como también hiciera con otros episodios históricos de un periodo que no llegó a vivir. Kathleen O'Meara, conocida por el seudónimo Grace Ramsay (1839- 1888), fue una escritora y biógrafa católica irlandesa de finales de la era victoriana. Trabajó como corresponsal en París de The Tablet, una de las principales revistas católicas británicas. Irish Monthly también publicó muchos de sus trabajos biográficos y serializados.  O'Meara  fue igualmente una autora que escribió obras de ficción en las que exploró una variedad de temas, desde el sufragio femenino hasta las revoluciones de Europa del Este. La mayoría de sus novelas contenían temas católicos y cuestiones de reforma social. Este poema, titulado Sanar, lo escribió en 1869,  nos suena cada vez más próximo y necesario, aunque la traducción sea muy elemental:

SANAR

Y la gente se quedó en casa
Y leyeron libros y escucharon música
Y descansaron y ejercitaron
E hicieron arte y jugaron
Y aprendieron nuevas formas de ser
Y pararon
Y escucharon a fondo
Alguien meditó
Alguien oró
Alguien bailó
Alguien conoció su sombra
Y la gente comenzó a pensar diferente
Y la gente se curó
Y en ausencia de personas que vivían de maneras ignorantes,
Peligrosas, sin sentido y sin corazón,
Hasta la Tierra comenzó a curarse
Y cuando el peligro terminó
Y la gente se reunió
Se lamentaron por la gente muerta
Y tomaron nuevas decisiones
Y soñaron con nuevas visiones
Y crearon nuevos modos de vida
Y curaron la tierra completamente.



DdA, XX/5615

martes, 16 de abril de 2024

DE CAMINO AL HOSTIAZO, QUE ALGUIEN JUSTIFICARÁ


Mar Iglesias

Al abrir la puerta del periódico arrastraba algo debajo. Alguien había incluido en sus prietas costuras un papelito de cuaderno mal cortado. Sin muchas explicaciones hablaba de algo conocido, como quien lo sabe todo y no desvela nada, ni siquiera su nombre. «PSOE Ponferrada. El 11 de abril Olegario increpó a los manifestantes porque tenía un coche grabando del que salió el chico de verde. Hay vídeo». Todo en una letra rápida y roja, tal vez para hacer juego con el partido del que hablaba, y con frases mal formadas, dejando en el aire una no escrita (lo sabemos todo, hay hostias justificadas). Sí, así, sin despeinarse y queriendo decir pero no diciendo. Un  «merecido lo tenía» en toda regla, al hablar de un maltrato físico a un presidente del Consejo Comarcal. Me voy a las redes sociales por si el individuo del bolígrafo rojo hubiera dejado más huella que esa amenaza latente de «hay vídeo». Y a él no lo veo, pero sí  un montoncito de comentarios que desequilibran el sentido de las cosas y desasosiegan  «este hombre hablaba demasiado», «que digan lo qué pasó antes», «menudo teatro». Justificaban unas patadas de las que «hay vídeo»  también. Y eso se extiende a una  «lógica» alternativa a muchas cosas. Existe quien cree que puedes merecerte una hostia cuando insultarte no llega, o quien tiene el baremo que marca que, a partir de aquí, hostia al canto. Hay quien cuenta con un termómetro para medir la temperatura corporal a la que se cuecen las hostias. Vamos, que en este mundillo de ineptos que se guían por los mensajes televisivos, hay un elenco de hacedores de tortas dispuestos a arreglarlo todo a base de patadas. Y sacan pecho como liberadores de un sistema con el que no comulgan. Se harán camisetas, seguro, y pondrán «yo también pegué a Olegario Ramón». Y se sentirán satisfechos de la hazaña, aunque, al leer en alto el papelito de la letra roja, se den cuenta de la estupidez supina que pretenden explicar. Darse cuenta de (demasiado optimismo). Tal vez sea la evolución humana, que alcanzó su tope con el diseño de los aviones y, desde entonces, solo hace que desnortarse hacia el suelo. Hay que apretarse los cinturones en ese viaje sin regreso, de camino al hostiazo, que alguien justificará. Y sí, seguro que «hay vídeo», pero no esperanza. 

NUEVA CRÓNICA  DdA, XX/5614

EL PSOE DEL DERECHO A LA VIVIENDA Y EL NEGOCIO DE LA VIVIENDA

 


Gerardo Tecé

Preguntada por el problema del acceso a la vivienda en España, la ministra del ramo puso sobre la mesa una solución impresionante por lo que supone de desafío a las leyes del mercado: serán los promotores privados y los especuladores quienes convertirán la vivienda en un derecho en lugar de un producto y lo harán porque hay negocio en ello. Tras las palabras de la ministra Isabel Rodríguez, IBEX35, Dow Jones y Nasdaq, confundidos, estuvieron a punto de suspender cotización para revisar los fundamentos básicos del capitalismo, pero rápidamente alguien recordó que la autora del ambicioso plan pertenece al mismo PSOE que en 2006 lanzó las Keli Finder. ¿Recuerdan? Unas zapatillas con las que la entonces ministra de Vivienda, María Antonia Trujillo, te ayudaba a patear la ciudad en busca de un alquiler asequible. “Obviamente no podemos conseguirte casa, pero te ayudamos a buscarla”, era el lema de aquella obviamente excelente campaña que definió obviamente a la perfección las políticas del PSOE en torno a este asunto, consistentes en no hacer nada. Entre 2006 y hoy, el precio del alquiler se ha disparado, las suelas de las Keli Finder son papel de fumar a consecuencia de tanto pateo buscando lo inexistente y lo último que supimos de la primera ministra de Vivienda de la historia de España, la socialista Trujillo, fue que la despidieron del ultraderechista canal 13TV porque lanzó ataques xenófobos contra un tertuliano sudamericano. ¿Qué podría salir mal?

El problema de la vivienda atraviesa a toda una generación de españoles que no conocen otro mundo que el de tener que trabajar, no a cambio de cierto grado de bienestar, sino a cambio de alojar los madrugones y las estrecheces económicas en unos cuantos metros cuadrados pagados a precio de oro. Ese problema es también la historia de un PSOE empeñado en hacer como que se trata de un asunto secundario y no el tsunami que tarde o temprano se llevará las inútiles políticas de izquierda por delante. Tras Trujillo, recogió la cartera Carme Chacón, buena política pero nula ministra de Vivienda, cuya apuesta principal fue la de inyectar dinero público en el sector de la especulación mediante préstamos de alquiler a los jóvenes. Una medida bien recibida por los dueños del ladrillo, que vieron cómo aumentaba el flujo de capital en lo que seguía siendo un mercado y no un derecho. Tras Chacón vino Beatriz Corredor, cuya ambición desmedida al frente de Vivienda cristalizó en una ley que obligaba a los constructores que seguían haciendo negocio a activar un plan de eficiencia energética. Es decir, asaltar los cielos socialistas con placas solares. Toma ya.

Y llegamos al día de hoy, en el que la vivienda, gestionada por Comunidades Autónomas del PP sin intención de mover un dedo mientras el Gobierno más izquierdista de nuestra historia se conforma con tímidos estándares que señalan zonas tensionadas, sigue y seguirá siendo negocio. El PSOE sigue y seguirá siendo el PSOE. Un partido empeñado en que se puede ser republicano y monárquico al mismo tiempo, aconfesional y financiador de la Iglesia a la vez, social y defensor de que el techo de la gente sea un producto que cotice en bolsa. Si al menos abrazasen sin tapujos el capitalismo salvaje, quizá la mano invisible provocaría que el precio de la vivienda bajase como consecuencia de los tres millones y medio de casas vacías que hay en España. Pero ni eso. Cuando la ministra pone en manos de los constructores la esperanza de que se cumpla un derecho fundamental robado a millones de personas, está vaciando de esperanza la política. Cuando todo esto tenga consecuencias, no será necesario que la izquierda se calce las Keli Finder en busca de explicaciones: la explicación es que abandonaron su obligación de mejorar la vida de la gente, precisamente el asunto más importante.

CTXT  DdA, XX/5614